Telmo, sentado en una roca al borde del abismo, levanta la vista al percibir el débil resplandor que surge por el nublado horizonte, y piensa que su vida ha sido así siempre, un cúmulo gris apenas horadado, en algunas ocasiones, por débiles rayos de luz.

A su espalda nota el suave susurro de la hierba al ser pisada. Se gira levemente y observa la pequeña figura que se acerca, apenas una niña a punto de dejar de serlo, casi un perfecto reflejo de aquella adolescente de su juventud.
Ella sonríe con ternura y le dice:
Ella sonríe con ternura y le dice:
«Papá, vamos a desayunar»
Ojalá sea el primero de muchos =).
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