Qué triste historia la de los amantes fugaces
que convierten el deseo en sustancia y abarcan en minutos lo que puede
durar meses de deleite. A su pesar, y al de casi todos, la carencia de
afecto, la ausencia de apego y la urgencia, delimitan
las sensaciones al puro contacto que, por efecto temporal, desaparece
tal y como ha surgido, quebrando la ilusión en pena y el ardor en
quemazón que, como una mecha, avanza inexorable hacia su fin. Después
sólo queda el rastro de las cenizas que se acumularan ennegreciendo el
alma con desencanto y soledad, que los atenaza y vuelve temerosos.
Sé valiente y ama, pide, reclama, sonsaca, disfruta, mira, toca,
cuenta, da, juega, suspira, sueña, realiza, encanta… a aquel que, con su
sola presencia, te haga sentir especial y te dedique su tiempo y su
espíritu.
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