Hay amores que van por otros derroteros que los que recita el poeta o
los agoreros; hay amores cansinos de los que dicen ven y que luego tan
mal te tratan, para volverte a decir que eres su amor y que, ahora sí,
tendrá tino; hay amores fugaces, como una estrella en la noche, que
duran un suspiro y que antes de que los atenaces se van como un tiro;
hay amores eternos que duran hasta el invierno, pero que, si llegan al
verano, se convierten en un infierno y ya ni te dan la mano;
hay amores secretos de los que nadie se entera porque son discretos, ya
que si se supiera les pone en un aprieto; hay amores golosos, de
miradas tiernas y palabras suaves, tan cariñosos que casi dan grima
porque parece de pantomima; hay amores tormentosos, sofocantes,
esplendorosos y delirantes; y por haber, hay amores pasionales que
destrozan el mobiliario como si fueran bacanales; también los hay
prohibidos, otros con trampa y hasta los hay verdaderos; por tener, se
tienen amores rotos, lejanos o perdidos y ¡ay, de aquel no
correspondido! o el que se quedó en platónico o fue un escaparate...
Todos tuvimos uno de cada, sino en esta vida sería en la pasada o quizás
en nuestros sueños o en nuestras pesadillas.
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