Te miraré con un suspiro, como se mira a una diosa, y te escucharé así rendido, como se escucha lo que importa.
Será como un gran duelo, entre el quiero y el querré, así me sentiré completo, y algo asustado, pero no huiré.
Jamás daré la batalla por perdida, nunca pensaré que ya lo he ganado
todo, es tanto lo que me fascinas que no me daré nunca reposo.
Quiero ser tu más preciado tesoro, el Adán de tu paraíso, para tus deseos siervo devoto y, por siempre, tu más sólido navío.
Quiero ser tu más preciado tesoro, el Adán de tu paraíso, para tus deseos siervo devoto y, por siempre, tu más sólido navío.
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