Ríos y mares surcaré, las más altas cumbres escalaré, por cualquier medio volaré y, muy alto, gritaré lo que siento, para llegar a tus sentimientos y conseguir ser digno de tu amor.
Pero, si está riqueza de sentimientos te asustase, me vestiré de humilde mendigo y sólo extenderé mi temblorosa mano hacia tu corazón pidiendo unas gotas de tu amor con las que alimentar mi alma.
Luego me retiraré y quedaré en un segundo plano, satisfecho y feliz
porque, aunque sea por un instante, te he vivido y tus ojos me han
contemplado.
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