Y, entonces, la vio llegar.
Ella le mira, como quien mira a un cachorro, con infinita ternura. Con mucha suavidad, casi temblando, le abraza y le dice que, pese a lo ocurrido, ella le quería con toda su alma.
Ahora recorren el camino de vuelta a casa, cogidos por la cintura, y él
apoyando su cabeza en el hombro de ella, llorando desconsolado.

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