Veo desde el tejado la noche desaparecer,
entumecido por el frio y quebrado por la ausencia. La recuerdo perdida,
vencida y atormentada, con la culpa por bandera y en el pecho la agonía
del que confiesa su pecado y no recibe absolución.
Los
primeros rayos de sol calientan y no es mi piel la que responde, parece
mi corazón, helado por el despecho y la decepción, que se derrite por
la emoción, al recordar los momentos vividos de amor y de pasión.
La buscaré, como quién busca un recuerdo, la viviré como quién vive de
emoción y la sonreiré como quién sonríe tras un momento de aflicción.
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