Todas las noches miro las estrellas, busco las
constelaciones e imagino la inmensidad del universo que me rodea y, al
hacerlo, me envuelve una hermosa energía que me hace flotar y me
traslada en el tiempo y el espacio y me acerca a ti. Cuando
en el duro invierno te empecé a imaginar no imaginaba, ni en mis
mejores sueños, lo que llegaría a sentir, tan colmado de emociones que, a
menudo, me desbordan.
Como un eco del pasado llegan aquellas
palabras “En primavera, será en primavera…” y las siento muy lejanas,
casi extrañas, porque tus cabellos ya acarician mis mejillas, porque he
sentido todas y cada una de las veces que has entrelazado tus dedos con
los míos, porque tus andares me hablan de armonía y porque el aroma de
tu piel siempre está impregnado en mí.
Y, por encima de todo,
tu sonrisa, ¡ay, tu sonrisa!, la llevo pegada al alma, para mí es tan
bella que la más bella flor palidecería y marchitaría de tristeza si
pudiera tan solo intuir la hermosura que percibo cada vez que tus labios
obran el milagro que representa para mis ojos.
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