lunes, 9 de junio de 2014

Incompleto

Paula sufrió, durante años, la incomprensión de cuantos la rodeaban, estaba inmersa en una vida de desprecio y maltrato por parte de su marido y no sabía cómo salir de ella, todos la decían que aguantara, que vendría tiempos mejores, que era su marido y a él se debía… Hasta que un día que se encontraba llorando, sentada en un banco del parque, se le acercó Arturo y le preguntó si podía ayudarla. Hablaron durante horas y allí se fraguó la mejor amistad que Paula pudo soñar.

Teresa nunca había conocido lo que era enamorarse, tuvo ilusiones adolescentes, vivencias juveniles y diversas parejas en las décadas siguientes, por ellas sintió aprecio y bastante cariño, lo cual le resultaba suficiente y la colocaba en una situación inmejorable cuando la pasión abandonaba la relación para ella también abandonar sin sentir un gran desapego, sin sufrir por desamor. Ahora había conocido a Diego, no sabía cómo había ocurrido, no podía decir nada especial sobre su físico o su inteligencia, nada que lo diferenciara de los hombres que hasta ahora había conocido, pero, a pesar de todo, se había enamorado, suspiraba por él, ansiaba estar a su lado, necesitaba de su mirada y sus caricias como nunca antes lo había necesitado, se sentía feliz, plena.

Laura contaba las horas y los minutos que quedaban para conectarse al chat y poder hablar con Nicolás. Su vida había sido, hasta el momento, un mero transitar, desde pequeña ningún hombre se fijó en ella, nada atractiva y con bastantes kilos de más, se sentía apartada y despreciada por todos, así que pronto aprendió que su único valor era ella misma, estudió, trabajó y disfrutó de los pequeños placeres que da la vida, sin desear querer o se querida. Desde que conoció a Carlos su vida adquirió otro sentido, por ahora sólo era un personaje virtual al que encontró en un chat, con el que pasaba horas y horas charlando sobre cualquier cosa, le llenaba tanto que había empezado a cuidarse, hacía dieta y deporte, se compraba cremas y potingues y ropa nueva, tenía la gran esperanza de que cuando se encontraran en la vida real Carlos se quedaría prendado de ella y serían felices.

Vicente se sentía el hombre más afortunado y, también, el más desgraciado del mundo, había conocido el amor, la entrega, el cariño, la amistad… pero no estaba completo, ya que cada una de esas experiencias no eran totalmente de él, eran de Arturo, de Diego y de Carlos… que eran él y a la vez eran otros. Amaba a Paula, adoraba a Teresa y necesitaba a Laura… así que no tenía otro remedio que ser los otros, tener cuidado y disfrutar de la vida con sus tres mujeres, las mujeres de su vida.


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