miércoles, 19 de marzo de 2014

A mi hija

Hace 16 años tuvo lugar el suceso más trascendental de mi vida, mi hija llegó al mundo y, desde el primer instante, supe que ella sería lo más importante durante los días, meses y años que me quedaran de vida. Durante los siguientes tres meses la cuidamos y mimamos como mejor supimos, ya que no traía libro de instrucciones y, en muchas ocasiones, las dudas y miedos de si estábamos haciendo lo correcto nos atenazaron. A partir de ese momento, ya con un biberón en la mano, decidí que su madre había hecho lo más importante y ahora me tocaba a mí, así que todas las noches en vela, los miedos, las enfermedades, la guardería, los colegios, los médicos, etc., serían míos.

Poco después de cumplir los 5 años a su madre la diagnosticaron una grave enfermedad. Aún tengo grabada a fuego la frase que le dijo el neurocirujano en nuestra primera consulta, cuando mi mujer le preguntó cuánto le quedaba de vida: “Vamos a luchar tu y yo, con todas nuestras fuerzas, para que veas crecer a tu hija y la disfrutes todo el tiempo que sea posible” Ese tiempo se acabó el verano pasado y nos dejó. La mayor preocupación de mi hija cuando esto sucedió fue mi estabilidad emocional, no su pena y su dolor, sino los míos.

Desde entonces nos hemos cuidado mutuamente en todos los aspectos y puedo asegurar, con una lágrima de emoción cayendo por mi mejilla, que, sin ninguna duda, tengo la mejor hija que un padre pueda desear. Hoy me ha dado de regalo la camiseta que ya os he puesto y, a parte de las risas que nos hemos echado, creo que el significado que encierra este regalo muestra una gran confianza en mí, lo que me llena de orgullo y me dice que muy mal no lo estoy haciendo.

Gracias Ana, te quiero con toda mi alma.

Fdo. El padre más orgulloso de la tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario