miércoles, 19 de febrero de 2014

Perdido estuve

Perdido estaba en un mar de emociones, levantado y tumbado por gigantescas olas de angustia, empapado y aterido por el dolor, sujeto a la pequeña tabla del quizás.

En el horizonte algo se iluminó y hacia allí me dirigí con brazadas de coraje y bocanadas de esperanza, pero, a pesar del miedo a espejismos desoladores, con determinación.

Una ligera niebla de felicidad se va formando a mi alrededor, la palpo con dedos nerviosos y sonrío; sonrío porque la veo a ella, en la barca de mi salvación, me alzo con manos temblorosas ayudado por sus brazos enérgicos y al tenerla cerca el mar se calma, las olas desaparecen, dejando una superficie de tranquilidad.

La miro a los ojos y me pierdo en su inmensidad y una voz, que parece provenir de su interior, me dice: “No sucumbas a los deseos de esta mujer que puede ser tu perdición”

Perdido estuve y me encontraste y, ahora, ya estoy perdido… Perdido por ti, por tu amor, por tus ojos, por tus besos, por tu belleza exterior y por tu interior belleza… Perdido en la felicidad que me cubre como niebla densa y tu mano me dirige en ella.

Perdido estuve y ya estoy perdido...


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