Cuando, en la mañana, mi amor despierta, con
esa placidez que su cara refleja, me acerco a ella y le digo, con voz
tenue –Doy gracias al universo y al caos porque estés a mi lado, por
sentirme así, por adorarte… Me haces muy feliz. Entonces,
su rostro se ilumina con una sonrisa mientras abre los ojos y su mirada
me habla de amor. Nos besamos con ternura y me siento transportado en
el tiempo y el espacio hacia un paraíso de luz y de color.
A
cualquier hora del día, cuando nuestras miradas se encuentran, con la
profundidad que da mirar a unos ojos que te hablan de amor, nos volvemos
a besar, como si no existiera el ahora o el mañana, sólo existe el
otro, la entrega y el sentir, y sientes que nada más importa. Su alma,
su corazón, todo su ser, es cariño y pasión.
Cuando el sueño
empieza a vencernos y mis manos recorren, como una pluma, las suyas, la
beso con entrega y la digo, mientras acaricio su rostro –Gracias mi amor
por otro maravilloso día a tu lado, gracias por permitirme compartir la
vida contigo, si mi corazón fuera la Luna siempre estaría llena y
giraría como un satélite alrededor del tuyo.
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