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Hace ya mucho tiempo que me siento preparado para dejar atrás la vida. He tenido una vida larga y repleta de todo tipo de experiencias y emociones, he conocido a gente maravillosa o no tanto, pero de lo que no tengo duda alguna es de que ha merecido la pena, a pesar de los sinsabores, dolores y sufrimientos, lo vivido ha sido con intensidad, siendo plenamente consciente en cada momento de lo que me rodeaba y disfrutando de todo aquello que merecía la pena, que es casi todo: el frio o el calor, la lluvia en la cara, el anochecer o el amanecer, el amor y el odio… todo lo que se puede sentir y te hace apreciar la vida.
No sé si éste será mi último invierno y no veré la siguiente primavera, ni de si volveré a pisar una playa con el agua del mar rozando mis viejos pies o si volveré a ver el manto de hojas secas alfombrar los caminos. Lo que sí sé es que cada minuto más es un regalo que no puedo desperdiciar antes de que mi corazón se pare o mi cabeza entre en una niebla permanente de la que no saldrá.
Un día más os tengo cerca o lejos o, tan solo, en el recuerdo…
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