viernes, 28 de febrero de 2014

Mirada de amor

Cuando, en la mañana, mi amor despierta, con esa placidez que su cara refleja, me acerco a ella y le digo, con voz tenue –Doy gracias al universo y al caos porque estés a mi lado, por sentirme así, por adorarte… Me haces muy feliz. Entonces, su rostro se ilumina con una sonrisa mientras abre los ojos y su mirada me habla de amor. Nos besamos con ternura y me siento transportado en el tiempo y el espacio hacia un paraíso de luz y de color.

A cualquier hora del día, cuando nuestras miradas se encuentran, con la profundidad que da mirar a unos ojos que te hablan de amor, nos volvemos a besar, como si no existiera el ahora o el mañana, sólo existe el otro, la entrega y el sentir, y sientes que nada más importa. Su alma, su corazón, todo su ser, es cariño y pasión.

Cuando el sueño empieza a vencernos y mis manos recorren, como una pluma, las suyas, la beso con entrega y la digo, mientras acaricio su rostro –Gracias mi amor por otro maravilloso día a tu lado, gracias por permitirme compartir la vida contigo, si mi corazón fuera la Luna siempre estaría llena y giraría como un satélite alrededor del tuyo.

jueves, 27 de febrero de 2014

El guardaespaldas

Hubo una vez, en la corte del reino, un guardaespaldas, apodado Nico (por aquello de ni comes ni dejas comer, que le decían sus colegas) que, en su primera misión, se le encomendó la protección y custodia de la Dama Lola Flores, ¡la Lola de España! (¡ah, no! eso no es de este cuento) en una fiestuqui nocturna, en lo más alto de la más alta torre del reino.

Como buen profesional, lo primero que comprobó Nico era la dificultad de su misión, ya que el local estaba abarrotado por una fauna rugiente y muy dada a las trayectorias de intersección con las damas. Lo peor para él fue cuando le presentaron a la Dama Lola, en un acto que se puede calificar de poco profesional, cerró completamente la visión periférica y volcó toda su atención en ella: era espectacular, la más bella dama conocida, sonriente, amable, sensual…, quedó como petrificado y tan solo pudo articular un ¿¡hoooolaaa!? Cuando pudo reaccionar supo que la misión más importante de su vida se iniciaba allí.

Desde entonces asistió a todos los eventos lúdico-festivos de la corte en los que la Dama Lola requería su presencia. Como buen profesional que era siempre un paso por detrás y uno a la izquierda de su protegida, escrutándolo todo y aplicando su dura mirada a aquellos que se acercaban demasiado, atento a cualquier incidencia que pudiera perturbarla, incluyendo su estado de ánimo.

Horas y horas en las que pudieron charlar de lo humano y lo divino. La admiración inicial de Nico dio paso a un incipiente enamoramiento que perturbaba ligeramente sus sentidos, hasta tal punto que fue encontrado una vez paseando a un perro, pero del perro sólo llevaba la correa, otras se le encontró perdido en la ciudad sin saber cómo había llegado hasta allí, dicen que fue visto con la cabeza apoyada en la barra de un bar observando cómo ascendían las burbujas de su cerveza y los más hicieron la observación de que parecía que flotara al andar, como si estuviera en una nube.

Como buen profesional, se sabía de memoria la película “El Guardaespaldas” y sabía los errores que no debía cometer y que, en la misión más importante de su vida, no debía fracasar. Desde entonces se aplicó, como nunca se había aplicado, en proteger, complacer, animar y, sobre todo, en encandilar a la Dama Lola. Hasta que un día ella le abrió su corazón.

Y este cuento, como un buen cuento que se precie, no debe tener un final cerrado… y comieron perdices, gambas y solomillos, aunque también huevos rotos con patatas y sopas de ajo… Dicen que ahora se les ve pasear por el reino, él un paso a la izquierda pero ya no un paso por detrás, van cogidos de la mano y mirándose como se deben mirar dos enamorados.


lunes, 24 de febrero de 2014

Ilusión

Ilusión, intensa sensación o es ¿emoción? ¿estado? ¿irrealidad?

Desde la dulce sonrisa de un bebé al ver a su madre, la cara iluminada de un niño en la mañana de reyes, el adolescente deseo de una esquiva mirada, el proyecto en común de unos recién casados, el ferviente anhelo de un embarazo… La ilusión es una constante humana, alimenta el alma, encumbra los sentidos, barniza y mantiene esos gratos estados de ánimo que deseamos y perdemos, olvidamos y recordamos.

La ilusión es ese intenso y grato estado emocional que es alimentado por el abotargamiento que producen los sentimientos en nuestra claridad perceptiva, se contrapone a lo cerebral convirtiéndose en el aliento de nuestras acciones menos reflexivas.

Estar al lado de la persona objeto de nuestros sueños y mirarla con un brillo de ilusión en los ojos habla de emoción, de nuestro estado, de la nube en la que nos encontramos, pero, sobre todo, habla de amor, del que ya llegó o del que está por venir.

viernes, 21 de febrero de 2014

Un día más

Un día más miro por la ventana y veo la gente pasar, cada uno a sus cosas: niños que van al colegio, adolescentes hacia el instituto, hombres y mujeres que van o vuelven del trabajo, ancianos y desempleados paseando… Un día más que me ha sido regalado, en el que podré archivar una sonrisa o un saludo, una mirada o un abrazo, olores y sabores cientos de veces repetidos vueltos a experimentar adornados con guirnaldas de alguna sorpresa.

Hace ya mucho tiempo que me siento preparado para dejar atrás la vida. He tenido una vida larga y repleta de todo tipo de experiencias y emociones, he conocido a gente maravillosa o no tanto, pero de lo que no tengo duda alguna es de que ha merecido la pena, a pesar de los sinsabores, dolores y sufrimientos, lo vivido ha sido con intensidad, siendo plenamente consciente en cada momento de lo que me rodeaba y disfrutando de todo aquello que merecía la pena, que es casi todo: el frio o el calor, la lluvia en la cara, el anochecer o el amanecer, el amor y el odio… todo lo que se puede sentir y te hace apreciar la vida.

No sé si éste será mi último invierno y no veré la siguiente primavera, ni de si volveré a pisar una playa con el agua del mar rozando mis viejos pies o si volveré a ver el manto de hojas secas alfombrar los caminos. Lo que sí sé es que cada minuto más es un regalo que no puedo desperdiciar antes de que mi corazón se pare o mi cabeza entre en una niebla permanente de la que no saldrá.

Un día más os tengo cerca o lejos o, tan solo, en el recuerdo…

jueves, 20 de febrero de 2014

Un ladrón de besos

Tengo que confesaros un delito, que por nimio que parezca no deja de serlo, soy “Un ladrón de besos”

Todo empezó en mi más tierna infancia, cuando, con pocos meses, mi familia me llevó por primera vez al pueblo y allí, durante unos días, pasé a ser un objeto codiciado por las mujeres, primero por las de la familia, primas mayores y tías, después vecinas y demás. Era un bebé rollizo, rubito, con carita siempre sonriente y con una tierna, muy tierna, mirada. Cada mujer que me cogía en brazos sentía de forma casi automática la necesidad de besarme.

Con el paso de los años fui aprendiendo lo que se esperaba de mí, las miradas y gestos que eran necesarios para provocar esa necesidad y en ello me empeñaba. Con cinco años ya sabía agachar ligeramente la cabeza, juntar mis manos por delante, con timidez, y levantar levemente la mirada y así provocar ternura.

En la adolescencia mi avidez por ésta práctica se convirtió en algo enfermizo. El repertorio se fue ampliando con poesía, canciones, frases corteses y, como siempre, la mirada. Mi colección de besos “robados” experimentó un incremento exponencial. Todos y cada uno de los labios, frentes y caras que bese y todas las veces que fui besado representaban una nueva moneda que guardar en el cofre de mi tesoro. Mentalmente abro el cofre, cojo una moneda y allí está impresa la cara de una mujer, cada una distinta, preciada y preciosa, con infinidad de labios: carnosos, finos como pinceles, entreabiertos, de gesto adusto, rectilíneos, siempre sonrientes, tristes…

El cofre se llenó, y otro, y luego otro, hasta tener toda una cueva, tenuemente iluminada, donde descansan cientos de cofres repletos con mis monedas de besos.

Pensaréis, algunos, que soy un depravado o algo peor, pero no quisiera dar esa impresión. Durante largos periodos de tiempo he tenido relaciones estables y durante ellas mis robos evitan zonas prohibidas, siendo sólo para mi pareja, a la que beso y beso hasta la extenuación. Sí me permito robos menores: cara, frente, pelo, manos… y todas y cada una de las mujeres que voy conociendo pasan a ser deseo de un beso, que nunca es mecánico o formal, siempre va cargado de sentimiento y afecto.

Si eres mujer… ¿quieres o deseas que te robe un beso?

miércoles, 19 de febrero de 2014

Perdido estuve

Perdido estaba en un mar de emociones, levantado y tumbado por gigantescas olas de angustia, empapado y aterido por el dolor, sujeto a la pequeña tabla del quizás.

En el horizonte algo se iluminó y hacia allí me dirigí con brazadas de coraje y bocanadas de esperanza, pero, a pesar del miedo a espejismos desoladores, con determinación.

Una ligera niebla de felicidad se va formando a mi alrededor, la palpo con dedos nerviosos y sonrío; sonrío porque la veo a ella, en la barca de mi salvación, me alzo con manos temblorosas ayudado por sus brazos enérgicos y al tenerla cerca el mar se calma, las olas desaparecen, dejando una superficie de tranquilidad.

La miro a los ojos y me pierdo en su inmensidad y una voz, que parece provenir de su interior, me dice: “No sucumbas a los deseos de esta mujer que puede ser tu perdición”

Perdido estuve y me encontraste y, ahora, ya estoy perdido… Perdido por ti, por tu amor, por tus ojos, por tus besos, por tu belleza exterior y por tu interior belleza… Perdido en la felicidad que me cubre como niebla densa y tu mano me dirige en ella.

Perdido estuve y ya estoy perdido...


lunes, 17 de febrero de 2014

Dos almas embellecidas

Ayer vi el primer almendro en flor
y una margarita en el jardín brotó,
será el anuncio de la primavera
o quizás de lo que el alma espera.

Espera o quizás no, tiene y desea,
mucho más de lo que imaginó,
semanas de felicidad extrema,
la vida es un inmenso poema.

Poema de amor como entrega,
con dulces caricias y besos vivió,
y en la mente dibuja una sonrisa,
mientras, apacible, sopla la brisa.

Brisa del mar desea el verano,
calor la piel dormida esperó,
y en la playa, con manos unidas,
dos almas, por amor, embellecidas.

jueves, 13 de febrero de 2014

¡Qué locura!

Raquel sube en el ascensor mirando cómo el dígito del piso se va incrementando en el panel, 1, 2, 3… en su mente se van formando escenas de los últimos días, 4, 5… su corazón, agotado, tiembla, se encoge y la angustia, llega el 6 y ascensor y corazón se paran, se abren las puertas y mira el estrecho pasillo que parece infinito y la puerta de destino inalcanzable, sus piernas, guiadas por espíritu propio, la conducen hasta el umbral de la puerta, saca la llave del bolso y penetra en el apartamento.

En la amplia estancia del salón, sentado en un sillón, leyendo, se encuentra Roberto, que levanta la mirada y, al verla, dibuja en su rostro una dulce sonrisa, diciendo, mientras cierra el libro y se incorpora –Hola mi amor.

Raquel introduce la mano en su bolso y, lentamente, extrae una pistola, con la que apunta al pecho de Roberto. Cuando el primer disparo se produce, impactando en su corazón, Roberto aún no ha percibido lo que está ocurriendo y se le escapa la vida con el sentir de ver a la persona amada, la sucesión de disparos es rápida y no para hasta que el cargador queda vacío, cuando el cuerpo de Roberto yace ya inerte en el suelo. Ella se acerca y arrodilla a su lado cogiendo la cabeza entre las manos y dándole un beso en los labios, mientras de los ojos brotan lágrimas que se funden con la sangre de él.

Después ocupa el sillón mientras llama a la policía. Cuando llegan ella tiene apoyada la barbilla en sus manos entrelazadas y sigue en estado de shock, incapaz de articular palabra. La interrogan por lo sucedido y cuando consigue hablar es sólo para contestar a la insistente pregunta del porqué de su acción con –Me quería demasiado, ya no podía soportar tanto amor. Cierra los ojos y sólo ve la cara de felicidad de Roberto en el momento de morir.

Pasa un minuto o una eternidad y cuando abre los ojos se encuentra en una cama, está mirando al techo, inmóvil, vacía… gira lentamente la cabeza y ve a Roberto echado a su lado, plácidamente dormido. Se aproxima a él y le abraza suavemente, siente su calor y siente su amor… y se dice… ¡qué locuras se sueñan cuando se está enamorado!


martes, 11 de febrero de 2014

Otro maravilloso día juntos

Despierto cuando una ligera luz penetra por la ventana, te miro y estás plácidamente dormida. Me levanto y me acerco a la ventana, contemplando como los primeros rayos de sol iluminan el horizonte. Es una bella estampa, la corona solar apenas hace su aparición, iluminando un cielo con ligeras nubes que se mueven mecidas por el viento.

Los recuerdos por los días vividos a tu lado se recrean en mi mente, dándome un ligero escalofrío por la plena felicidad que me has proporcionado, me siento tan a gusto a tu lado que casi me parece irreal, este grado de satisfacción no es comparable a ningún otro.

Cuando el sol ya está a medio camino de su total aparición tu rostro aparece en el cielo, con esa sonrisa tuya que me transporta a la nube más cercana, donde me siento cada día a contemplar el mundo.

El amor que siento me desborda y estaría todo el día diciéndole al mundo lo que te adoro, ya eres tan parte de mí que si me faltaras moriría al instante.

Percibo tu cambio al respirar, ese que precede a tu despertar, me giro y te contemplo mientras abres los ojos, te sonrío, con esa sonrisa del que sabe que por delante tenemos otro maravilloso día juntos…