miércoles, 3 de junio de 2015

Bajo la celinda

Cuando nos sentamos bajo la celinda, disfrutando del dulce aroma de sus flores que recuerda al del azahar, la vuelvo a mirar, como todos los días, con admiración y amor.

La admiración que siento por su belleza y armonía, por su mirada intensa y sensual, por el torbellino de su mente y claridad de ideas, por sus movimientos felinos y firmes, por su gesto alegre y apasionado…

El amor que siento a su lado y en su ausencia, con su generosidad y dedicación, con su dulzura y calidez, con sus expresiones e ironía, con su entrega y devoción, con su saber llevar la vida a flor de piel y disfrutarla a cada instante…

Y vuelvo a pensar en lo afortunado que soy.