jueves, 6 de noviembre de 2014

Sólo es eterna la energía

Amanece en una fría mañana de noviembre, el cielo casi resplandece en su totalidad, a excepción de unas pocas nubes dispersas.

─Sexta, ¿crees que la vida, tal y como la conocemos, perdurará eternamente?─ preguntó Saha, con los ojos casi cerrados, relajada y en estado de meditación.

─No, Saha, sólo es eterna la energía- respondió Sexta, mirando cómo los primeros rayos de sol tocan en las nubes y se produce un baile de preciosos tonos anaranjados.

─Sexta, ¿el amor, como energía que es, puede ser eterno?, entendiendo como eternidad la duración de la existencia de los seres dadores o receptores del mismo, sea esta existencia finita, acabando con la muerte, o eterna en otros estados─ preguntó Sola.

─Así es querida Sola, el amor, si es verdadero y profundo, puede trascender cualquier estado de existencia. La unión que se produce entre las dos energías vitales, fruto del amor, puede llegar a ser tan intensa que la energía necesaria para romperla es tal, tendiendo casi al infinito, que sólo sucesos primigenios del universo serían capaces de generarla.

Las otras dos asintieron ante tan sabias y bellas palabras, mientras los rayos de sol tocaron por fin sus cuerpos, irradiándoles con la energía necesaria para comenzar su trabajo, detectando las energías proclives al amor en los seres que estaban a su cargo y procurando la conexión entre aquellos compatibles.

Entonces, desde el tejado en el que estaban situadas, las tres palomas elevaron el vuelo sobre el cielo de Alcalá.

viernes, 31 de octubre de 2014

La fiesta de Halloween

Cuando Romeo llegó a la fiesta de Halloween lo primero que pensó, tras echar un vistazo general, era que la había fastidiado. La mayor parte de los asistentes iban fabulosamente disfrazados y él apenas había cuidado el suyo, sólo se había puesto una camiseta y un pantalón negros y se había pintado alrededor de los ojos con rayas blancas y negras y unas gotas de sangre. Como ya no tenía arreglo se encogió de hombros y se dedicó, con una cerveza en la mano, a transitar entre zombis, dráculas, momias, brujas… asintiendo ligeramente con la cabeza a los saludos que le dirigían.


Al separarse dos piratas que tenía delante le dejaron a la vista una imagen singular. Sola, debajo de una farola, entre un contraste de luz y sombras, se situaba lo que parecía una “viuda alegre”: zapatos de aguja, medias, vestido, una cuarta por encima de la rodilla, con muchos velos y una abertura lateral que quitaba el hipo, todo de un riguroso negro. Especialmente llamativo era el tocado que llevaba, con un velo negro que apenas disimulaba la gran belleza de su rostro.

Algo chisporroteó en su cerebro, como si se hubiera producido un cortocircuito. A sus años ya había visto muchas bellezas y cuerpos esculturales, pero ahora, ante esta mujer, se quedó bloqueado, prendado y paralizado durante muchos minutos. Cuando consiguió hacer reaccionar a sus piernas, se acercó a ella, dedicándole la más cautivadora de sus sonrisas y le dijo ─¿Truco y trato?, respondiendo ella ─Será truco o trato ¿no?, acaparador.

Romeo se tomó unos instantes antes de contestar ─No, lo he dicho bien, contigo quiero truco y trato. Truco porque a partir de este instante sólo tendré ojos para ti, dedicaré todos mis esfuerzos y saber en conquistar tu corazón, en hacer que el mundo a tu alrededor te parezca un paraíso, en hacerte feliz cada instante de tu vida, en conseguir que las horas que no estés a mi lado se te hagan eternas porque tu máximo deseo será estar junto a mí, en enamorarte con locura, en cuidarte, protegerte y mimarte como jamás hombre alguno lo habrá hecho. Y te propongo un trato, te prometo que todo lo anterior será así durante el resto de nuestras vidas, pero si no cumplo, y no eres feliz a mi lado, te rogaré que cortes mi cuello con un cuchillo afilado y acabes con mi vida, ya que sin ti no tendría sentido seguir viviendo.

La viuda, emocionada por aquellas palabras, se levantó el velo y besó a Romeo con pasión, totalmente entregada.

Durante el resto de la fiesta estuvieron juntos, alegres y felices, charlando y bailando; hasta que él la cogió por la mano y la introdujo por una puerta, llevándola a un pasillo en semioscuridad. Allí hicieron el amor como si el mundo se fuera a acabar, con desesperación, con pasión y entrega. Cuando acabaron, ella se encontraba a horcajadas sobre él y con el velo caído, se giró levemente hasta ver donde estaba su bolso, lo cogió y extrajo un cuchillo grande y afilado, que puso sobre la garganta de Romeo.

Romeo puso cara de espanto y, apenas con hilo de voz, dijo ─¿Tan pronto te he hecho infeliz?, a lo que ella contestó, apretando más el cuchillo sobre su garganta ─Mira que te dije, antes de salir de casa y venir a la fiesta, que te deberías disfrazar mejor, que así ibas a dar el cante por descuidado. Así que con esto hago trato y te corto ahora mismo el cuello, acompañando sus palabras con el gesto de cortar la garganta de Romeo.

Entonces ambos soltaron una carcajada y se volvieron a besar con pasión.

sábado, 11 de octubre de 2014

A través del cristal

Hola Papá, te estoy mirando a través del cristal del bar en el que estás y te acabo de ver por primera vez, después de mucho buscarte. Esto, durante años, me lo he imaginado de cientos de formas distintas, pero nunca así, ¡qué diferente la realidad de los sueños! ¿verdad?

Desde que tengo uso de razón te he imaginado y soñado, te he sentido, te he necesitado... En ocasiones eras como un héroe de película: alto, fuerte, guapo…, que venía a salvarnos, a mi madre y a mí, de peligros horribles; en otras eras famoso: un actor, un deportista, un intelectual, un político… que hacías que nuestra vida, sencilla y con apuros, cambiara a otra de ensueño; en muchas otras eras sólo un hombre normal, pero un marido ejemplar y un padre fabuloso. Desde que era pequeño te he imaginado contándome cuentos e historias, jugando al futbol conmigo, yendo de paseo, alabando mis notas del colegio, peleando en la cama entre risas…

Cuando le preguntaba a mi madre por ti sólo recibía un «no sé nada de él». Nunca comprendí lo que te llevó a alejarte de nosotros. Tenías una mujer bella, enamorada, sensible, cariñosa, trabajadora, entregada y mil cualidades más, y yo era tan pequeño que nada te pude hacer para que no me quisieras ¿o sí? Tantas veces me he culpado de ello, tantas veces he sentido que yo fui el culpable, que siempre me ha acompañado la sensación de ser algo horrendo de lo que había que apartarse porque hasta que yo no llegué al mundo fuisteis un matrimonio feliz ¿qué cambió con mi llegada?

Te he querido y odiado a partes iguales, pero ahora, que te he visto, ni lo uno ni lo otro, ese vacío tan inmenso que sentía en mi interior se ha llenado con calma y, en mi corazón, sólo queda hacia ti un ligero desprecio y un toque de pena hacia un pobre hombre que no supo o no quiso ser feliz a nuestro lado.

Adiós Papá, la lágrima que corre por mi mejilla será lo último que me une a ti, cuando caiga al suelo habré dejado atrás una infancia desdichada por tu ausencia y seré una persona nueva, con ilusiones reales y con una madre maravillosa que me ha querido en cada instante de mi vida.

jueves, 9 de octubre de 2014

Tu amor por siempre

Te ruego que leas esta carta con detenimiento, con la mente y corazón abiertos, ya que, aunque pueda parecer una locura, todo lo que te cuento aquí es verdad, mi verdad… nuestra verdad.

La pena que me fue impuesta es como una losa que me aplasta desde hace siglos, sufro un castigo inhumano del cual soy el único culpable. Te he buscado a través del tiempo y del espacio sin éxito, tantas y tantas veces he llegado tarde o demasiado pronto que ya parece interminable, pero sé que esto sólo acabará cuando repare el daño que te hice.

Cuando te conocí, por primera vez, ambos éramos muy jóvenes, hacía poco que habíamos dejado la adolescencia atrás, a mí se me podía considerar lo que hoy se llama un donjuán: alto, apuesto, con don de gentes, muchas ganas de comerme el mundo y, sobre todo, con una ansia inacabable de conquistar mujeres bellas. Fuiste una más en mi larga lista de conquistas. Eras muy bella, con una cara angelical, inocente, afectuosa, … En cuanto te vi, supe que tenías que ser mía y a ello me puse, empleando todo mi saber, con: miradas, gestos, poesías, promesas, bonitas palabras… Hasta que conseguí enamorarte y tenerte en mis brazos. Después, y como hacía siempre, te abandoné, buscando otros horizontes que conquistar.

La noche en la que, en sueños, recibí la visita de tu alma atormentada, por la pena y el desamor, tras haber dado fin a tu vida, la revivo a diario desde entonces. En tu mirada la angustia, en tu gesto la desesperación y en tus labios sólo un «¿por qué?». El maleficio que se produjo en ese instante dejó mi alma enganchada a la tuya y mi cuerpo inmune al paso del tiempo, pronto supe que tendría que buscarte por toda la eternidad hasta volver a conquistar tu amor y serte fiel y amarte hasta el último día de mi vida.

Mi alma vibraba cuando la tuya se reencarnaba, entonces se iniciaba mi búsqueda, ciudad tras ciudad, país tras país, hasta encontrarte. La primera vez llegué tarde y te hallé en tu lecho de muerte, siendo ya anciana; la segunda, ya estabas felizmente casada y enamorada y, en vano esperé a tener una posibilidad; en la siguiente te perdí la pista varias veces; hubo varias en las que ni te llegué a encontrar; y pasaron los siglos y a cada reencarnación tuya mi tormento aumentaba; hasta hoy, que te he vuelto a encontrar.

Te resultará difícil creer mi historia, pensarás que estoy loco y que lo mío sólo son delirios de una mente enferma o, peor, una estratagema burda y falaz para tenerte. Sólo te pido que me des una oportunidad, eres el amor de mi vida, de mi eternidad, y sólo vivo por y para ti, mi alma sin la tuya no es nada.

Te suplico que, cuando leas estas líneas escritas con el corazón, consultes a tu alma y que busques en lo más profundo de tu ser si sientes que algo de lo que aquí digo te resulta reconocible; así, cuando esta tarde me acerque a ti, te mire, como sólo se mira a quien se adora, y me presente, dame una oportunidad de volver a conquistar tu corazón en esta vida.

Atentamente, tu amor por siempre.


domingo, 21 de septiembre de 2014

Siento, pienso, recuerdo e invento

Siento: acabas de marchar y me paseo por el jardín, saboreando uno de esos cigarrillos que sí se disfrutan, pensando en ti.

Pienso: cómo todo lo ocurrido o dicho a tu lado se transforma, como por arte de magia, en recuerdos, en momentos que acrecientan el gran tesoro acumulado de emociones y sensaciones a cada cual más intensa y preciosa. 

Recuerdo: que la armonía que nos acompaña desde nuestros primeros momentos no decae, sino que se acrecienta y lo envuelve todo.

Invento: los momentos que están por llegar, buscando qué mirada, palabra o situación te elevará más o te procurará paz y sosiego, haciéndote resplandecer de felicidad.

Y cuando siento, pienso, recuerdo o invento tu sonrisa todo lo ocupa porque tú eres lo que siento, pienso, recuerdo e invento.

martes, 16 de septiembre de 2014

Un abrazo

¿Por qué nos cuesta tanto decir «te quiero»?

La realidad, de la sociedad en la que vivimos, nos muestra que es poco propicia para la expresión de emociones, con la salvedad, y a veces ni eso, de cuando lo hacemos con nuestros hijos. El asunto se agrava si nos referimos al sector masculino de la misma que, tras décadas y siglos, encorsetado, cuando no coartado, por el temor a que se pueda poner en duda su masculinidad, casi llegamos a tener una incapacidad (alexitimia) para expresar abiertamente nuestras emociones, sobre todo las positivas: alegría, amor, afinidad, amabilidad, gentileza, confianza, devoción… ; ya que, con las negativas: cólera, miedo, tristeza, vergüenza, pena, remordimiento, culpa, desdén, menosprecio, asco… , es más tolerable expresarse socialmente.

Es curioso observar cómo la era tecnológica nos ha traído unas herramientas que, en parte, ha paliado el problema. Los emoticonos y las imágenes, con o sin texto, han hecho furor en las redes sociales como signos de expresión emocional y así, a poco que nos fijemos, podremos conocer el estado emocional de conocidos, amigos o familiares.

Espero y deseo que llegue el momento en el que sea habitual transmitir emociones en nuestro entorno, ello nos hará ser mejores personas porque gozaremos de un mayor equilibrio, daremos y recibiremos más afecto y se compensaran más y mejor las emociones negativas.

Si estás leyendo esto es que te conozco, aunque sea de forma virtual, y puedes tener la seguridad de que la próxima vez que nos veamos es difícil que escapes de que te dé un abrazo o dos besos, mientras con una sonrisa y una mirada te diré cuanto te aprecio o te quiero.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Belest

Dicen que, durante el reinado de Intef III, quinto faraón de la dinastía XI de Egipto, el Gobernador de los Desiertos del Este tuvo una hija, llamada Belest, con un rostro de aspecto físico nada agradable a sus contemporáneos. Esto, en sí mismo, no sería noticia, ni siquiera se podría considerar cotilleo, si no fuera porque con el paso de los años la pobre criatura de tanto verse caricaturizada se quedó traumatizada y, en su adolescencia, tras quedar prendada, y profundamente enamorada, de Mentuhotep, hijo del faraón, inició una búsqueda desesperada de algún remedio que reparara el desaguisado cometido por la naturaleza con ella.

Pasó horas rezando a Anubis, patrón de los embalsamadores, y probando todos aquellos remedios que los sacerdotes la ofrecían. Su carácter se fue agriando, hasta tal punto que su crueldad se hizo famosa tras ordenar el sacrificio de un sacerdote que se avino a punzar su rostro con una sustancia milagrosa, quedando sus labios y pómulos hinchados.

Tras ello, el sumo sacerdote tomó cartas en el asunto, ordenando que fuera envenenada y preparando él mismo las fórmulas mágicas necesarias, recogidas en el Libro de los Muertos, para que, cuando el espíritu de Belest llegara a la Sala de las Dos Verdades, no obtuviera un resultado favorable o desfaborable y no fuera llevado ante Osiris, ni ante Ammit y su espíritu encerrado en una botella, que él mismo lanzó al mar, vagara por toda la eternidad sin sosiego.

Por azar o por destino, que nunca se podrá estar seguro, la botella vagó durante miles de años por incontables mares y océanos, hasta que (formando esto ya parte de las leyendas urbanas de nuestro tiempo), la misma, fue a parar a una playa gaditana, dónde una joven madrileña la recogió y abrió, saliendo el espíritu de Belest y entrando ella.

Dicen que el maleficio se apoderó de la joven y, también dicen las malas lenguas, que el nombre de esa madrileña es Belén Esteban, pero ya sabéis lo que pasa con las leyendas urbanas, y con la maledicencia de la gente, que todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

martes, 9 de septiembre de 2014

Ya había tomado su decisión

María pasa sus últimas horas de vacaciones tomando el sol en la Playa de Poniente, intentando relajarse leyendo un libro, pero no consigue concentrarse en la lectura, su mente es un volcán a punto de estallar. Había cogido esa semana de vacaciones para pasarla en soledad y así poder ordenar sus ideas y emociones.

Rafa había entrado en su vida con placidez, le conoció durante un fin de semana que dedicó a hacer senderismo, se lo presentó una amiga común mientras caminaban la primera jornada. A partir de ese momento se hicieron inseparables y caminaban y hablaban sin cesar, contándose anécdotas de todo tipo, hablando sobre sus gustos y aficiones, amores pasados, trabajo, familia… Quedaron otro fin de semana, ellos solos, para recorrer otros caminos y continuar con ese conocimiento mutuo que aporta las charlas interminables, sin aburrimiento y sin urgencias.

Cuando Rafa la besó por primera vez sintió que nunca antes la habían besado igual, con una ternura infinita, con una dedicación absoluta, resultando un beso imborrable que la marcó muy profundo en el corazón. Cuando esa noche hicieron el amor, María experimentó, por primera vez en su vida, lo que era la entrega total, el placer compartido sin trabas ni egoísmos, la dedicación al otro por encima de uno mismo y, cuando después el sueño la empezó a vencer, supo que su vida tomaba allí un nuevo rumbo, como el que experimenta un barco que ha permanecido mucho tiempo en aguas calmas, sin moverse, y una racha de un intenso viento infla sus velas y lo empuja con fuerza y decisión surcando a gran velocidad ola tras ola.

Desde entonces, intentó sacar tiempo, de donde no tenía, para hacer escapadas fugaces de horas, pasar días alocados y algún fin de semana de “senderismo”, siempre al encuentro de Rafa, pero, sobre todo, en busca de ternura, anhelando su sonrisa eterna, su mirada intensa de hombre entregado, su pasión a veces desbordada y otras controlada.

Ahora debía tomar una decisión: lanzarse al vacío e iniciar una nueva vida junto a Rafa o continuar con la que tenía, con sus dos hijos y con su marido, una buena persona y buen compañero, pero hacía mucho tiempo que entre ellos se había agotado el amor y la pasión, quedando en una relación cómoda, sin sobresaltos, en la que permanecía el cariño.


Percibió a lo lejos una figura que, andando por la playa, caminaba en su dirección. Estaba a contraluz y no podía distinguir sus facciones, pero el andar y la figura eran tan idénticas a las de Rafa que debía y tenía que ser él, su corazón se desbocó oprimiéndole el pecho, se levantó y decidió esperar hasta que la figura fuera totalmente visible.

Fuese o no fuese Rafa, el que caminaba hacia ella, ya había tomado su decisión…

lunes, 8 de septiembre de 2014

Si alguna vez me preguntas

Si alguna vez me preguntas cuánto te quiero te podría responder que hasta la Luna y más allá, sin ser una medida de distancia, ni del tiempo que se tardaría en llegar a ese lugar, ni siquiera de intensidad para conseguir tal anhelo, sólo sería un intento superfluo de cuantificar algo incuantificable.

Eres tan importante para mí, y te quiero tanto, que ya formas parte de mi ser: te pienso a cada instante, ya sea tomando cañas en Aljalvir o cuidando las plantas en el jardín; te siento cuando estás cerca, pegada a mí, como en la distancia, como si fueras mi otro perfil; atesoro cada momento vivido a tu lado e imagino los que están por vivir; te deseo como al más rico tesoro y por ti, como si fueras mi religión, también imploro; te huelo en las flores y en cada fragancia que me recuerda tu piel, como si fueran del cielo olores; sacias mi sed como agua clara en calurosa mañana o como néctar de dioses si yo te tomara; y dormido te sueño, ¡por Dios, cómo te sueño!, y despierto te ensueño.

Por eso, si alguna vez me preguntas cuánto te quiero te podría responder: hasta la Luna y más allá…

viernes, 5 de septiembre de 2014

Te vuelvo a ver

Esta noche te vuelvo a ver, como si fuera el primer día, como si no existiera el ayer y hubiera olvidado lo que nos unía.

Te miraré con un suspiro, como se mira a una diosa, y te escucharé así rendido, como se escucha lo que importa.

Será como un gran duelo, entre el quiero y el querré, así me sentiré completo, y algo asustado, pero no huiré.

Jamás daré la batalla por perdida, nunca pensaré que ya lo he ganado todo, es tanto lo que me fascinas que no me daré nunca reposo.

Quiero ser tu más preciado tesoro, el Adán de tu paraíso, para tus deseos siervo devoto y, por siempre, tu más sólido navío.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Llega el otoño

Acabó agosto y los primeros indicios del final del verano se hacen patentes cuando se empiezan a agostar las tomateras, quedando descolocado cuando siento el flujo desbordado que da el pensamiento de todo un año pasado; parece que fue ayer y, también, una eternidad ha pasado. Por cientos se cuentan los días y por miles los sentires acaecidos, decenas los nuevos rostros conocidos y otros tantos los recordados que, desde entonces, no volvieron, pero se les echó de menos porque allí estuvieron. Con el alma hundida y luego encumbrada, y por momentos anonadada, fueron pasando los días de este intenso año, tal como un caminante, de un andar por camino seco y pedregoso, sacando fuerzas de flaqueza y fortaleciendo las adormecidas piernas que buscaban su destino. Ahora el paso es firme y el horizonte despejado, cada momento vivido ha sido sentido muy adentro, para retornar después a flor de piel a modo de sonrisa, transfigurando el gesto en plácida estancia que recibe cada nuevo día como un regalo y cada contacto con otros como una suerte de maná vivificante. Llega el otoño y me siento preparado para recibir en mi rostro la lluvia que limpie el polvo del pesar, sabiendo que mi corazón por siempre estará tatuado con un mensaje de amor.

martes, 26 de agosto de 2014

Qué triste historia

Qué triste historia la de los amantes fugaces que convierten el deseo en sustancia y abarcan en minutos lo que puede durar meses de deleite. A su pesar, y al de casi todos, la carencia de afecto, la ausencia de apego y la urgencia, delimitan las sensaciones al puro contacto que, por efecto temporal, desaparece tal y como ha surgido, quebrando la ilusión en pena y el ardor en quemazón que, como una mecha, avanza inexorable hacia su fin. Después sólo queda el rastro de las cenizas que se acumularan ennegreciendo el alma con desencanto y soledad, que los atenaza y vuelve temerosos.

Sé valiente y ama, pide, reclama, sonsaca, disfruta, mira, toca, cuenta, da, juega, suspira, sueña, realiza, encanta… a aquel que, con su sola presencia, te haga sentir especial y te dedique su tiempo y su espíritu.

Amor quién fuera


miércoles, 6 de agosto de 2014

Hoy he soñado

Hoy he soñado que el tiempo pasado se hacía presente, que éramos dos niños y, después, adolescentes, que nuestros caminos se cruzaban y nuestras almas, por el universo destinadas, se unían y te hacía sentir enamorada, que nuestra vida cambiaba y lo sucedido se borraba, que ya no éramos los mismos y que nuestro futuro nos hizo diferentes porque ya no tuvimos los mismos descendientes, que la conexión se fue agotando y nos fuimos distanciando, que te veía partir ya sin sentir nada por mí, que mi corazón destrozado sangraba emociones que en energía el tiempo movían y que el tiempo presente se hacía pasado y que todo lo soñado se había borrado.

Y, al despertar, mi corazón gritaba tu nombre…

miércoles, 30 de julio de 2014

¡Sube que te sube!

Muy bien acompañado dicen,
que allí estaba la otra noche,
que más parecía un derroche,
que casi de envidia maldicen.

Y yo orgulloso en extremo,
poniendo ojitos
¡con cara de memo!

Ella es de belleza evidente,
de felicidad plena su sonrisa,
de mirada pausada y precisa,
de cuerpo expresivo y ardiente.

Y yo hipnotizado y perdido,
casi asustado
y ¡muy aturdido!

Son sus movimientos serenos,
su porte casi felino al caminar,
su frescura es fácil de adivinar,
su saber estar en ojos ajenos.

Y yo flotando en una nube,
teniendo el ego
¡sube que te sube!

lunes, 28 de julio de 2014

Madre adolescente

Como madre adolescente,
a su hijo le quitaron
y sus lágrimas acallaron,
dejando su corazón doliente.

La pena casi la mata,
la agonía fue su sino,
aunque tuvo el tino
de querer ser su tata.

“Mi hijo, mi devoción,
te quiero con el alma
y te canto esta canción”

Y a su bebé, a escondidas,
cantando dio el pecho,
quedando el bebé satisfecho,
con nanas embellecidas.

El niño fue creciendo,
y, con él, su adoración,
con absoluta dedicación
y sus corazones uniendo.

“Mi hijo, mi devoción,
te quiero como a la vida
y eres mi inspiración”

De hombre ya se le trata,
al matrimonio llegó,
y el altar de lágrimas regó
al ver llorar a su tata.

Cuando él un hijo tuvo,
su tata le malcriaba,
las nanas le cantaba
y con él siempre estuvo.

“Mi nieto, mi devoción,
te quiero con locura
y eres mi salvación”

viernes, 25 de julio de 2014

Soledad

Soledad… Qué bonita palabra cuando es buscada para la creación, investigación, meditación..., llega a ser placentera y productiva. Pero cuando ésta no es deseada se convierte en una losa que nos aplasta y fulmina.

Hoy día, la más común de las soledades es la causada por el aislamiento emocional, que puede ser voluntario o no. La soledad escogida suele tener sus raíces en nuestro inmediato pasado y me remito al dicho: “prefiero estar solo que mal acompañado”, suele ser un intento de desconexión para eliminar la angustia y los desencantos sufridos. La soledad no escogida se deriva del sentimiento que tenemos de no tener a nadie con quien contar, que la gente que nos rodea no nos conoce de verdad, consecuencia de no tener una o varias figuras de apego o, teniéndolas, no es recíproco o no lo es con la intensidad que nosotros deseamos.

A veces, nos podemos sentir solos, incompletos, a pesar de estar rodeados de cariño y afecto, por no reconocerlo y evaluarlo correctamente. Suele suceder después de alguna experiencia traumática o compleja, en la que no nos hemos sentido suficientemente apoyados por nuestro entorno, nos ha faltado la fortaleza de poder asumir la situación nosotros mismos y al buscar dónde apoyarnos sólo hemos encontrado el vacío, la desidia, cuando no el abandono. En estas ocasiones, somos nosotros mismos los que inconscientemente provocamos esa desconexión para no sentir angustia y lo que en realidad ocurre es que la promovemos más.

Hay quienes abogan para este tipo de situaciones en volver al interior, en quererse más a uno mismo, en un reconocimiento de nuestro yo interior y real, sin matizaciones sociales, para, una vez conseguido esto, volver al exterior reforzado y poder querer a los demás.

No estoy completamente de acuerdo con este criterio, ya que, sin un control preciso, se puede traducir la situación a una exacerbación del egoísmo innato en el ser humano. Así, como en tantos otros aspectos de la vida, me parece esencial el equilibrio, en emparejar adecuadamente verbos: dar y recibir, hablar y escuchar, aceptar y comprender… y en utilizar tantos otros que tenemos a mano en nuestra relaciones con los que nos rodean: querer, acariciar, implicar, sentir, confiar… En definitiva: simbiosis con otros seres humanos.

Tenemos que comprender que la solución está en nosotros, que de nuestra actitud se va a derivar la retroalimentación que recibiremos. Debemos tener gente a nuestro alrededor en la que confiemos, con la que nos sintamos seguros y protegidos, aliviados y comprendidos, pero para ello otras personas se deberán sentir así porque nosotros lo somos, a su vez, para ellos.

Caminan juntos

Nati caminaba presurosa por los pasillos del supermercado, denotaba urgencia. Iba pensando en todo lo que le quedaba por hacer antes de llegar a casa y era consciente de que hoy se había impuesto demasiada tarea, así que algo tendría que dejar para mañana. Era su sino desde jovencita, dejar algo para mañana y el mañana era siempre.

Desde que se casó la urgencia se instaló en su vida. Su marido nada hacía en el hogar, sólo trabajaba y eso cuando tenía trabajo, agravándose con la llegada de los hijos. Así que, su enamoramiento se fue apagando como quién apaga velas con los dedos, mojándolos para no sufrir y cerrándolos en torno a la llama, pero que lo hace de una forma consciente, no lo deja al azar de un soplido que puede que tengas que repetir. Finalmente, se deshizo de cualquier servidumbre emocional y se divorció.

Félix era un soñador, de esos que van por la vida con la mirada perdida, casi flotando. Todo le parece bien, se amolda en cada instante a cada circunstancia, sin prisas, ni urgencias, que le alteren el ánimo, es, sin lugar a dudas, y a pesar de las malas experiencias, un hombre feliz que toma todo en sorbos pequeños, sin atragantarse, deleitándose en las experiencias y con las sensaciones que en él despiertan.

Tiene un pasado peculiar, en materia amorosa, siempre quiso y se dejó querer, pero nunca alcanzó el éxtasis que supone sentirse enamorado. Sus romances poco duraban, ya que miraba y admiraba a cualquier mujer que se le acercaba.

Nati y Felix alargan la mano y cogen, al unísono, el mismo bote de la estantería del supermercado. Se miran: ella con gesto hostil, como quien mira a un competidor que llega al mismo tiempo a la meta; el con sorpresa, hay algo en el rostro de esa mujer que le confunde, parece una amalgama de todos los rostros femeninos a los que ha querido y ve los ojos de Elena, la nariz de Marta, los pómulos de Eva… cada detalle le recuerda a otra.

Felix retira, lentamente, la mano del bote y pide disculpas –Lo siento, llegaste tú primero.

Nati, al oír esa profunda voz varonil, siente un escalofrío que le recorre la espalda. Ahora se fija detenidamente en su rostro y le parece estar viendo un ángel que transmite serenidad.

Sin reparar en ello, caminan juntos hacia la caja. Pasa ella y, mientras él lo hace, se demora repasando el ticket de compra.

Felix se detiene junto a Nati, espera a que le mire y pregunta –¿Tienes tiempo para tomar un café. Ella apenas asiente con una dulce sonrisa en su rostro. Caminan juntos, esta vez sí son conscientes de la presencia ajena y más, mucho más, desde que un leve, y fortuito, roce de sus antebrazos les electrifica, sintiendo, como si fueran imanes, una fuerte atracción por el otro.



jueves, 24 de julio de 2014

Eres Dulcinea

Equivocada estás si lo piensas,
que mi locura es por caballería,
yo te digo ¡no!, es una avería
por tener emociones intensas.

Desde que te vi todo es más claro,
eres, ¡sí!, la mujer de mi sueño
y por el mundo vago risueño
porque con mis ojos amor declaro.

Nada, si vivo, me podrá detener,
montado a lomos de Rocinante
o en cualquier coche alucinante,
si tu amor yo consigo obtener.

Eres Dulcinea por mi locura,
yo seré tu caballero andante
y lucharé con cualquier gigante
para poder conquistar tu ternura.

Del Toboso, ni en locura, serás.
El Guadalquivir grita ¡sevillana!,
de mí, hija pródiga y lejana.
Y, al recordar tu tierra, ¡llorarás!

Tu llanto conmueve a mi corazón
y eso me provoca tal espanto
que a Sevilla molinos trasplanto
o, sin más, allí recupero la razón.