miércoles, 30 de julio de 2014

¡Sube que te sube!

Muy bien acompañado dicen,
que allí estaba la otra noche,
que más parecía un derroche,
que casi de envidia maldicen.

Y yo orgulloso en extremo,
poniendo ojitos
¡con cara de memo!

Ella es de belleza evidente,
de felicidad plena su sonrisa,
de mirada pausada y precisa,
de cuerpo expresivo y ardiente.

Y yo hipnotizado y perdido,
casi asustado
y ¡muy aturdido!

Son sus movimientos serenos,
su porte casi felino al caminar,
su frescura es fácil de adivinar,
su saber estar en ojos ajenos.

Y yo flotando en una nube,
teniendo el ego
¡sube que te sube!

lunes, 28 de julio de 2014

Madre adolescente

Como madre adolescente,
a su hijo le quitaron
y sus lágrimas acallaron,
dejando su corazón doliente.

La pena casi la mata,
la agonía fue su sino,
aunque tuvo el tino
de querer ser su tata.

“Mi hijo, mi devoción,
te quiero con el alma
y te canto esta canción”

Y a su bebé, a escondidas,
cantando dio el pecho,
quedando el bebé satisfecho,
con nanas embellecidas.

El niño fue creciendo,
y, con él, su adoración,
con absoluta dedicación
y sus corazones uniendo.

“Mi hijo, mi devoción,
te quiero como a la vida
y eres mi inspiración”

De hombre ya se le trata,
al matrimonio llegó,
y el altar de lágrimas regó
al ver llorar a su tata.

Cuando él un hijo tuvo,
su tata le malcriaba,
las nanas le cantaba
y con él siempre estuvo.

“Mi nieto, mi devoción,
te quiero con locura
y eres mi salvación”

viernes, 25 de julio de 2014

Soledad

Soledad… Qué bonita palabra cuando es buscada para la creación, investigación, meditación..., llega a ser placentera y productiva. Pero cuando ésta no es deseada se convierte en una losa que nos aplasta y fulmina.

Hoy día, la más común de las soledades es la causada por el aislamiento emocional, que puede ser voluntario o no. La soledad escogida suele tener sus raíces en nuestro inmediato pasado y me remito al dicho: “prefiero estar solo que mal acompañado”, suele ser un intento de desconexión para eliminar la angustia y los desencantos sufridos. La soledad no escogida se deriva del sentimiento que tenemos de no tener a nadie con quien contar, que la gente que nos rodea no nos conoce de verdad, consecuencia de no tener una o varias figuras de apego o, teniéndolas, no es recíproco o no lo es con la intensidad que nosotros deseamos.

A veces, nos podemos sentir solos, incompletos, a pesar de estar rodeados de cariño y afecto, por no reconocerlo y evaluarlo correctamente. Suele suceder después de alguna experiencia traumática o compleja, en la que no nos hemos sentido suficientemente apoyados por nuestro entorno, nos ha faltado la fortaleza de poder asumir la situación nosotros mismos y al buscar dónde apoyarnos sólo hemos encontrado el vacío, la desidia, cuando no el abandono. En estas ocasiones, somos nosotros mismos los que inconscientemente provocamos esa desconexión para no sentir angustia y lo que en realidad ocurre es que la promovemos más.

Hay quienes abogan para este tipo de situaciones en volver al interior, en quererse más a uno mismo, en un reconocimiento de nuestro yo interior y real, sin matizaciones sociales, para, una vez conseguido esto, volver al exterior reforzado y poder querer a los demás.

No estoy completamente de acuerdo con este criterio, ya que, sin un control preciso, se puede traducir la situación a una exacerbación del egoísmo innato en el ser humano. Así, como en tantos otros aspectos de la vida, me parece esencial el equilibrio, en emparejar adecuadamente verbos: dar y recibir, hablar y escuchar, aceptar y comprender… y en utilizar tantos otros que tenemos a mano en nuestra relaciones con los que nos rodean: querer, acariciar, implicar, sentir, confiar… En definitiva: simbiosis con otros seres humanos.

Tenemos que comprender que la solución está en nosotros, que de nuestra actitud se va a derivar la retroalimentación que recibiremos. Debemos tener gente a nuestro alrededor en la que confiemos, con la que nos sintamos seguros y protegidos, aliviados y comprendidos, pero para ello otras personas se deberán sentir así porque nosotros lo somos, a su vez, para ellos.

Caminan juntos

Nati caminaba presurosa por los pasillos del supermercado, denotaba urgencia. Iba pensando en todo lo que le quedaba por hacer antes de llegar a casa y era consciente de que hoy se había impuesto demasiada tarea, así que algo tendría que dejar para mañana. Era su sino desde jovencita, dejar algo para mañana y el mañana era siempre.

Desde que se casó la urgencia se instaló en su vida. Su marido nada hacía en el hogar, sólo trabajaba y eso cuando tenía trabajo, agravándose con la llegada de los hijos. Así que, su enamoramiento se fue apagando como quién apaga velas con los dedos, mojándolos para no sufrir y cerrándolos en torno a la llama, pero que lo hace de una forma consciente, no lo deja al azar de un soplido que puede que tengas que repetir. Finalmente, se deshizo de cualquier servidumbre emocional y se divorció.

Félix era un soñador, de esos que van por la vida con la mirada perdida, casi flotando. Todo le parece bien, se amolda en cada instante a cada circunstancia, sin prisas, ni urgencias, que le alteren el ánimo, es, sin lugar a dudas, y a pesar de las malas experiencias, un hombre feliz que toma todo en sorbos pequeños, sin atragantarse, deleitándose en las experiencias y con las sensaciones que en él despiertan.

Tiene un pasado peculiar, en materia amorosa, siempre quiso y se dejó querer, pero nunca alcanzó el éxtasis que supone sentirse enamorado. Sus romances poco duraban, ya que miraba y admiraba a cualquier mujer que se le acercaba.

Nati y Felix alargan la mano y cogen, al unísono, el mismo bote de la estantería del supermercado. Se miran: ella con gesto hostil, como quien mira a un competidor que llega al mismo tiempo a la meta; el con sorpresa, hay algo en el rostro de esa mujer que le confunde, parece una amalgama de todos los rostros femeninos a los que ha querido y ve los ojos de Elena, la nariz de Marta, los pómulos de Eva… cada detalle le recuerda a otra.

Felix retira, lentamente, la mano del bote y pide disculpas –Lo siento, llegaste tú primero.

Nati, al oír esa profunda voz varonil, siente un escalofrío que le recorre la espalda. Ahora se fija detenidamente en su rostro y le parece estar viendo un ángel que transmite serenidad.

Sin reparar en ello, caminan juntos hacia la caja. Pasa ella y, mientras él lo hace, se demora repasando el ticket de compra.

Felix se detiene junto a Nati, espera a que le mire y pregunta –¿Tienes tiempo para tomar un café. Ella apenas asiente con una dulce sonrisa en su rostro. Caminan juntos, esta vez sí son conscientes de la presencia ajena y más, mucho más, desde que un leve, y fortuito, roce de sus antebrazos les electrifica, sintiendo, como si fueran imanes, una fuerte atracción por el otro.



jueves, 24 de julio de 2014

Eres Dulcinea

Equivocada estás si lo piensas,
que mi locura es por caballería,
yo te digo ¡no!, es una avería
por tener emociones intensas.

Desde que te vi todo es más claro,
eres, ¡sí!, la mujer de mi sueño
y por el mundo vago risueño
porque con mis ojos amor declaro.

Nada, si vivo, me podrá detener,
montado a lomos de Rocinante
o en cualquier coche alucinante,
si tu amor yo consigo obtener.

Eres Dulcinea por mi locura,
yo seré tu caballero andante
y lucharé con cualquier gigante
para poder conquistar tu ternura.

Del Toboso, ni en locura, serás.
El Guadalquivir grita ¡sevillana!,
de mí, hija pródiga y lejana.
Y, al recordar tu tierra, ¡llorarás!

Tu llanto conmueve a mi corazón
y eso me provoca tal espanto
que a Sevilla molinos trasplanto
o, sin más, allí recupero la razón.

martes, 22 de julio de 2014

A medias tintas

A medias tintas me dijeron que mejor era quedarse, en los aspectos de la vida, que el poco compromiso menos quebraderos de cabeza me darían y, así, relajado viviría. Equivocados estaban quienes, al oído, me recitaban “toma la vida con desapego, al dolor y amor ajeno debes estar ciego”

A medias tintas no me quedo, si puedo, en el trabajo, la amistad o el amor. Siempre escribo con trazo gordo y con tinta de la buena, mis palabras son verdad y mis actos no dan pena.

A medias tintas no trabajo y como máxima tengo que hagas lo que hagas hazlo con desparpajo, sino no lo empieces que sólo harás chapuzas y, a buen seguro, te tratarán de gentuza.

A medias tintas no me encontrarás si quieres ser amigo, ya que creo en la amistad, siendo incondicional en las malas o en las buenas. Si sufres lo compartiré, si ríes también lo haré, siempre que lo necesites mi mano te sujetará y de tu dicha la mía se alegrará.

A medias tintas el amor no fluye, ni dura, ni perdura, ni así se construye. Amar es entrega y devoción, pasión y ternura, deseo ardiente y cariño ferviente, comprensión, estima y admiración. Querer es dar y recibir, sentirte uno con el otro, y es, siendo conciso, por encima de todo, compromiso.

lunes, 21 de julio de 2014

Noche plácida de verano

Noche plácida de verano, te miro, mientras paseamos, y te veo en paz, tus gestos son de calma y de tranquilidad. Charlamos, con una copa de vino en la mano, y transmites felicidad.

A la luz de las velas te miro, sin cesar, mientras me cuentas tu verdad, lo que ha pasado o lo que pasará. Las horas pasan como si los minutos nos envolvieran y girasen alrededor, se para el tiempo, se diluye el espacio, casi somos pura energía, pero me haces volver del ensueño porque tus caricias son la realidad.
Ahora te vuelvo a mirar, ¿eres de verdad?, la duda me atrae y me conmueve, pareces un milagro, de esos que no existen, ni existirán. Eres de carne y hueso pero te siento poesía o quizás fantasía, te intuyo como aroma y también como un color o más como arcoíris de amor, te percibo como risa o te imagino como mirada que me arropa y desnuda el alma, poniendo la calma donde anidaba el fragor.

jueves, 17 de julio de 2014

Como un gorrión albino

En la fachada de un edificio, en la Castellana, a unos tres metros sobre el suelo hay un agujero de unos dos centímetros de diámetro, dónde han instalado su nido una pareja de gorriones. El azar de la genética ha querido que una de las tres crías, que han conseguido llevar adelante, sea albina. El gorrión es de un blanco tan puro que, cuando no está en movimiento, parece de porcelana.

Esta primavera, casi coincidiendo con el nacimiento de estos gorriones, se cerró en el Prado una exposición del artista Miguel Ángel Blanco, en la que hacía convivir la naturaleza y el arte. Una de sus intervenciones era un gorrión albino posado en un lateral de las Meninas. El artista imagina que este gorrión vuela hasta la ventana de un lugar ya desaparecido, el Alcázar de los Austrias, para desde allí observar un instante cotidiano de la corte de Felipe IV.

Ahora yo imagino al gorrión albino de la Castellana, en la actual corte de Felipe VI, como a un espectador privilegiado que disecciona esta época de prisas y egos desmedidos, de soledades compartidas o no y de un mirar para otro lado.

A poco que se fije, y comprenda, verá que, a pesar de toda nuestra modernidad y adelantos tecnológicos, poco hemos cambiado, en cuanto a “Humanidad” se refiere, en estos siglos desde un Felipe al otro. La supremacía del “yo” frente al “nosotros”, tanto a nivel familiar como social, es total. La humanidad sigue instalada en las guerras y crueldades sin fin, en pisotear todo lo que haga falta para conseguir nuestros propios objetivos, en ensalzar e idolatrar al que destaque para, después, destrozarlo si podemos, en el bienestar individual por encima del de los demás…

Por supuesto que hay muchos casos de entrega, dedicación, generosidad, empatía…, pero no los suficientes para que supongan una corriente que arrastre y deje inerme y maltrecho al egoísmo imperante, ya sea en forma de maremoto o de un gota a gota incesante y pertinaz que cale profundo en el alma colectiva.

Pensaréis que son un romántico idealista, falto de un baño de realidad, y puede que llevéis razón, ya que, si creyera en la reencarnación, me gustaría reencarnarme, dentro de unos siglos o tal vez unos milenios, en un gorrión albino, para así poder observar la corte del Felipe de turno o la república con cualquier ordinal y quizás, tal vez…, poder entonar un coro de alegres “chipchip” al reconocer y comprender que la humanidad se ha ganado su hache con mayúscula.

miércoles, 16 de julio de 2014

Pasión vs Romanticismo

La propuesta os puede parecer contradictoria ya que, todos tenemos claro, que el romanticismo es, en sí mismo, pasional. Quizás hubiera sido más correcto poner Pasión vs Sentimentalismo, pero se podría ver como una trampa, ya que el sentimentalismo, literalmente, es la apelación a los sentimientos que es, además, característica general del romanticismo. Siendo más concreto, la propuesta debería ser Pasión sexual vs Pasión romántica.

La pasión es una emoción intensa que aparece cuando se establece una fuerte afinidad. Las pasiones se encuentran en seis ámbitos: amor, deseo, gozo, odio, aversión y tristeza. Es, sin lugar a dudas, un estado durante el enamoramiento y la remisión de la misma puede ser el aviso de su agotamiento, tanto si da paso al amor como si no es así.

No cabe duda de que la pasión referida a la sexualidad se ha convertido en nuestros días en un claro exponente del grado de salud de una relación de pareja. No fue tan así en un pasado no tan lejano, donde lo romántico predominaba sobre la sexualidad, siendo en muchos casos inhibidor el primero sobre la segunda.

Por otro lado, el romanticismo o sentimentalismo es una manera de sentir, donde se da una subjetividad y un culto al “yo” y al “otro”, donde tienen cabida la fantasía, la ilusión y la idealización. Aparece en las primeras fases del enamoramiento siendo el hombre, las más de las veces, “el emisor” y la mujer “el receptor” de aquellos mensajes o simbolismos propios de lo romántico.

A día de hoy, puede parecer que el romanticismo está en desuso y los cortejos tienen más componentes de urgencia sexual y “pavonamiento” que de una búsqueda de información sobre: actitudes, carácter, expectativas, cultura, hábitos, etc., que dé paso al establecimiento de una relación con un comienzo romántico que, poco a poco, llevará al conocimiento sexual.

Desde mi punto de vista, la clave está, como en casi todos los aspectos de la vida, en el equilibrio. Una buena dosis de pasión romántica o de atracción sentimental combinada con otra de pasión sexual o de atracción física debe ser la mezcla perfecta que aliente, mantenga y haga duradera una relación de pareja. Cada cual elige las proporciones y la clave está en buscar el equilibrio entre los propios deseos y los de nuestra pareja.

martes, 15 de julio de 2014

El despistado Juan

Hola, me llamo Juan y soy una persona normal, con cosas buenas y otras no tanto, pero, sobre todo, algo despistado. Nada del otro mundo, desde mi punto de vista, pero para aquellos que me rodean lo soy y mucho.

Podría contaros el día que paseando al perro recogí su caca pero, por despiste, lo hice sin bolsa. Cuando me di cuenta ya era tarde y no tuve otro remedio que echarla así a la papelera, limpiarme la mano con un pañuelo y buscar una fuente donde lavarla. Lo peor fue que al regresar llamé al perro y no volvía, hasta que me percaté que el perro hacía días que no había regresado y que llevaba varias mañanas sacando la correa a pasear, recogiendo la mierda de otros perros.

Quizás os riais cuando os cuente que, de vez en cuando, al llegar en el tren de cercanías después del trabajo y al ir a coger el coche para regresar a casa, me doy cuenta de que ese día he ido al trabajo en coche porque ya iba tarde, así que no me queda otro remedio que coger otra vez el tren, regresar al trabajo y volver a casa en mi coche; eso si no me ocurre, esporádicamente, que no lo encuentre y tenga que volver en tren, hasta que dos o tres días después recuerde dónde está aparcado.

Es seguro que ya os parecerá excesivo si os cuento la de veces que he ido a trabajar en sábado o domingo, encontrándome solo en mi puesto de trabajo y cuando, tras unas horas, me doy cuenta por la fecha del ordenador o por el almanaque de la pared de que no es día laborable, recojo mis cosas y salgo por la puerta, aguantando las risas del vigilante que ya no me dice nada al entrar, pero que se parte el culo cuando me ve salir.

Hace mucho tiempo desistí de comprar comida y como a diario en algún bar, ya que si no me dejaba las bolsas en el super, alguna se quedaba donde había aparcado el coche o en el ascensor, quizás llegaba con la compra íntegra, pero todo se me caducaba o estropeaba, si cocinaba me dejaba el fuego encendido hasta que el aceite humeaba u olía a quemado por toda la casa.

En cuanto a tener pareja o familia, hace tiempo que me hice el firme propósito de ni intentarlo. Pocas mujeres aguantan más allá de unos días el que no recuerde que tengo que llamarlas o que sea imposible que me acuerde dónde viven, las más se enfadan rápido cuando se dan cuenta que ni su nombre sé. El terror que me provoca pensar en tener un hijo es supremo, lo podría dejar olvidado en cualquier parte, no me acordaría siempre de darle de comer o cambiarle.

Diréis, como mis amigos, que por qué no apunto las cosas. Os respondería que lo hago a menudo, pero que tengo el problema que luego no recuerdo en que lugar he dejado la libreta o el papel donde apunté lo que tenía que hacer o recordar.

Así que, podéis llamarme Juan, pero no me enfadaré si me llamáis el “Despistado” Juan, como lo hacen mis amigos y conocidos… Creo que algunos me quedan, pero no lo recuerdo bien.


lunes, 14 de julio de 2014

Mujeres Luna

La mujer se internó en la espesura del bosque. Tal y como mandaba la tradición de la tribu, llevaba en una mano la piel que le había dado su madre y en la otra el cuchillo que le había dado su hombre. Cuando llegó a un pequeño claro, iluminado tenuemente por la luna, se acuclilló y empujó con todas sus fuerzas, una y otra vez, gimiendo por el esfuerzo y por el dolor, mientras su cuerpo se cubría de sudor, sintiendo cómo su ser se desgarraba y chorreaba líquido y sangre.

Al notar que ya estaba fuera la cabeza, metió sus brazos entre las piernas y, con un último empujón y un grito que pareció un aullido, cogió al ser que acababa de salir de ella, depositándole sobre la piel extendida.

Consternada pudo comprobar que era una niña. Maldijo a la naturaleza y maldijo a los dioses por no haberla concedido un varón. Ahora estaba obligada, por la ley de la tribu, a matar a su hija con el cuchillo que llevaba para cortar el cordón que aún la unía a ella.

La ley de la tribu mandaba que cualquier mujer que trajera al mundo una niña y ya tuviera otra debería matarla por el bien de todos, se necesitaban hombres para cazar y toda familia debía tener un varón, llevaban varias generaciones con penurias debido a la escasez de animales y una boca más que alimentar aumentaría la agonía de la tribu.

La mujer acercó el cuchillo al cuello de la niña y, en ese momento, ocurrió, lo que no tendría que haber ocurrido, que la niña abrió los ojos y la miró. Un gemido escapó por su garganta y las lágrimas de sus ojos, retiró la mano asesina y cortó el cordón, envolviendo a la niña en la piel y abrazándola con fuerza.

Tras unos momentos de desesperación acabó su agonía y, en su rostro, se dibujó una expresión de determinación. No podía volver con los suyos, así que diseminó sangre por el claro como si una fiera la hubiera atacado y se internó en lo más profundo del bosque.

Durante los meses que siguieron varias mujeres fueron al claro del bosque y tuvieron allí a sus hijos varones o a sus primeras hijas, hasta que una noche, una mujer volvió a gemir y maldecir su suerte y cuando iba a matar a su hija una mano amiga y una gran sonrisa la detuvieron. La mujer, con una luna creciente dibujada en su frente, le contó cómo llevaba meses sobreviviendo en el bosque con su hija y que ella se encargaría de cuidar y criar a la suya también y que no permitiría que muriese ninguna niña más por la ley de los hombres.

Desde entonces, y durante generaciones hasta que la ley cambió, entre las mujeres de la tribu, circuló la leyenda de las Mujeres Luna, aquellas que, siendo hijas de la tribu, salvaban a las niñas, viviendo en lo más profundo del bosque por sus propios medios y con las ofrendas de alimentos que, siempre que podían, les llevaban las mujeres de la tribu.

Cuando la luna estaba en cuarto creciente, se podían oír sus cánticos sobre la fuerza creciente de las mujeres. Los hombres de la tribu jamás llegaron a oírlas, ya que, a la misma vez, todas las mujeres de la tribu también cantaban, resultando inexplicable ésta costumbre, como tantas otras, para los hombres que las miraban, cada vez más a menudo, como a seres extraños.

viernes, 11 de julio de 2014

Llego tarde, llego tarde...

Llego tarde, llego tarde, a una cita importante…

Los “cinco” minutos que he consumido desde que sonó el despertador me hacen dar un bote de la cama y acelerarme. Llego tarde, llego tarde… Me aseo y visto a trompicones, chocando con todo, apenas desayuno, llego tarde, el ascensor tarda y tardo en llegar al coche que tarda en arrancar, no tengo tiempo para llevarlo al taller, el semáforo tarda una eternidad en cambiar y tarda en salir el torpe que va delante… ¡mujer tenía que ser! ¡no ves que llego tarde!

El atasco me hace llegar tarde y tardo un siglo en poder aparcar, la reunión ya ha comenzado y pido perdón por llegar tarde, tardo un buen rato en serenarme y en poder escuchar el incansable blablablá de mi jefa, ¿no comprende, esta mujer, que lo que tarda en resumir sus tonterías harán que tarde más en finalizar los informes que le tengo que entregar esta tarde? La torpeza y la tardanza de mi secretaria, en traerme los expedientes, hacen que llegue tarde a comer la bazofia diaria, así que tardo poco en engullir uno de los platos y vuelo hacia mi despacho, pero tardo en llegar porque los pasillos están abarrotados de gente que no tiene prisa, con sus saludos, parloteos y coqueteos, ¡no ven que no tengo tiempo para perder en estupideces! Llego tarde…

Acabo la jornada laboral y tardo en encontrar el coche, siempre aparcado en sitios distintos, así que tardo en llegar al super y comprar lo que me ha dicho mi mujer por teléfono. Llego tarde a casa porque la cola de la caja es enorme y la cajera tarda eones en pasar los productos ¡parece que va a cámara lenta! y, más tarde, la estúpida de tercero me aburre con sus cantinelas sobre mi tardanza, como presidente de comunidad, en arreglar los temas de los vecinos. Me aseo y tardo en llegar a la mesa a cenar, así que la sopa está casi fría y tardo en darme cuenta que mi hijo me está contando su hazaña de meter un gol por la escuadra, de no sé qué partido, mientras mi mujer tarda tanto con el segundo plato que casi se me han quitado las ganas de cenar.

Tardo en acostarme, porque me siento en el servicio leyendo el periódico y mis tripas tardan en hacer su trabajo. Llego tarde… mi mujer se ha dormido y a ver quién es el guapo que la despierta para echar un polvo rápido porque tengo que madrugar.

Tardo en coger el sueño porque tardo poco en cagarme en la madre que parió al Conejo Blanco de Alicia y su país de maravillas, y eso me desvela porque mañana seguro que ¡llego tarde a una cita importante!

jueves, 10 de julio de 2014

Test de autoestima

He ideado un sencillo test de autoestima. Por favor, necesito vuestra ayuda para probarlo y que deis ideas para poder mejorarlo y ayudar a otros. Así que vuestra opinión es importante.

Se empieza por el punto uno. Si es una pregunta y contestas afirmativamente o es una acción debes saltar al punto que está entre paréntesis. Si en un punto con preguntas no respondes afirmativamente a ninguna pasa al punto siguiente.

Si te manda a un convento o a un concierto debéis imaginaros esa situación, como si la hubierais realizado, y pensar en lo que os aportaría o haría en vosotros la experiencia.

Gracias de antemano y ya me contaréis la experiencia.

Nota: ¡Virginia! Lo de Mike va dedicado a ti.

1. Miras al espejo y ves tu reflejo: ¿Te reconoces y te sonríes? (2) o ¿No te reconoces o no te gustas? (3)
2. ¿Estás satisfecho con tu vida actual? (17) o ¿Estás satisfecho pero quieres mejorar? (9)
3. ¿Has cambiado mucho? (4) o ¿Has envejecido? (6)
4. ¿La vida ha sido dura contigo? (10) o ¿Tu vida ha sido un camino de rosas? (7)
5. ¿Te has cuidado poco? (13) o ¿Has estado en un convento de clausura? (12)
6. ¿Tienes menos de 40? (9) o ¿Tienes más de 40 y menos de 60? (8) o ¿Tienes más de 60 y menos de 80? (18)
7. ¿Has ganado mucho peso? (11) o ¿Tienes buen peso? (14)
8. Asume tu edad (10)
9. Vete a un concierto de los Rolling Stones (12)
10. ¿Haces ejercicio moderado? (16) o ¿Vas mucho de cañas? (19)
11. Vete a un convento de clausura (5)
12. ¿Estás mejor que Mike Jagger? (1) o ¿Te ves algo avejentado? (8)
13. Vete a un balneario (7)
14. ¿Te ves mejor que Carmen de Mairena? (15) o ¿Te ves mejor que Chiquito de la Calzada? (6)
15. Eso era fácil y estás jugando sucio (11)
16. Haces una buena dieta (19) o Te pones hasta el culo (11)
17. ¡Sigue así y no me hagas ni caso!
18. Haz lo que te dé la gana y ¡vive! (19)
19. ¿Has sonreído un poco? (20) o ¿No te ha hecho gracia? (11)
20. Vuelve a mirarte en el espejo (1)

miércoles, 9 de julio de 2014

Querer, Enamorarse, Amar

Para hablar de estas tres cuestiones, tan distintas y tan iguales, que no sabemos dónde empieza una y dónde acaba la otra, lo voy a hacer desde el “corazón”, dejando de lado la bioquímica o la psicología, por tanto, desde la experiencia personal.

Vaya por delante que quiero a muchas personas, amo o siento amor por unas pocas y quiero, estoy enamorado y amo a una sola. Así que, como podéis comprobar, considero al enamoramiento como la bisagra sobre la que giran las otras dos y que el sentimiento perfecto es aquel que engloba a los tres.

Se puede querer y amar a muchas personas, empezando por los hijos, padres y demás familiares y, siguiendo, con los amigos, pero estos tipos de querer o amar no son el objeto de lo que quiero tratar, así que me circunscribiré a lo que podemos sentir hacia aquellos que queremos que sean o que son nuestra pareja, sea ésta del sexo contrario o del mismo.

Querer a otra persona comporta el sentirnos a gusto a su lado, con una cierta dosis de atracción o afinidad física, intelectual y emocional, desarrollando hacia ella afecto, compasión y apego. Cuando se quiere deseamos dar y recibir: cariño, estímulos intelectuales, caricias, placer… Querer, sin más, es un sentimiento pausado, no excesivamente comprometido, pero que nos puede aportar mucha felicidad. Nos puede ocurrir que el sentimiento sea o no correspondido, tanto si mantenemos una relación con esta persona o, también, que no hayamos conseguido atraer su atención y se convierta en algo platónico, que tendemos a denominar amor, pero, en realidad, no puede llegar a esa categoría porque de atesorarlo en la intimidad lo desvirtuamos.

Amar significa querer con gran intensidad, es un sentimiento que se basa en la atracción y en una buena dosis de admiración, entra mucho en juego el romanticismo, la pasión y la incondicionalidad. Cuando amamos nos sentimos más plenos que cuando solo queremos, nos vincula de una forma más integral con la persona amada, se acrecienta el sentimiento de posesión y de pertenencia, la complicidad integra, el deseo ferviente de estar al lado del otro ilusiona, el tiempo parece ir más despacio en su ausencia y más rápido a su lado.

Estar enamorado es amor en estado puro, energía primigenia del universo que te hace fluir por la vida como si nada más que la persona amada importara, dándote vitalidad y alegría continua. Piensas, sueñas, comes, duermes, trabajas, corres o saltas… con la persona amada en la mente, se convierte en una obsesión que, si no es controlada adecuadamente, te puede desbordar.

Al enamoramiento, y también al amor, muchos le ponen fecha de caducidad, contabilizándolo en meses o unos pocos años, considerándolo sólo el paso previo o inicial del amor, que si no fructifica, porque la excesiva idealización del otro nos ha cegado y llega el momento en el que descubrimos que, en realidad, no es la persona que creíamos, no dará paso a un verdadero, sincero y duradero amor. Pero si esa idealización de la persona amada es reflexiva, voluntaria, aceptada y comprendida, el enamoramiento es duradero y se mantiene mientras esa pareja tenga ilusión, no dejen de sentir mariposas en el estómago y no pierdan nunca de vista las cosas importantes de la vida en pareja.

De una forma más gráfica, os pongo en una situación cotidiana. Imaginad que la tarde declina con los últimos rayos de sol y llegas a casa de la persona amada, te sientas en una silla en la cocina y, después de unos instantes de saludos, la miras como se mira a una diosa y a la persona que ocupa tu ser y tus sentidos, le hablas de su belleza, gracia o armonía, y la preguntas por cómo le ha ido el día; entonces, entrelazas las manos bajo la barbilla y la escuchas, como se escuchan las cosas importantes de la vida, porque su sentir, su bienestar, sus miedos o temores, sus frustraciones, sus alegrías… son para ti lo más importante, cada instante de su vida es una gota en la tuya, si ella es feliz tu lo eres, si sufre tienes que compartir su dolor y paliarlo en la medida de tus posibilidades, si está cansada con la mirada la tienes que transmitir serenidad, pasión y dedicación, y esa comunión, ese sentirse uno con el otro, arropado, protegido, querido, amado… la seguirá encandilando y te encandilará ella a ti.

Como visión particular que es no quiero en modo alguno sentar cátedra, ni dar lecciones a nadie, cada uno somos distintos y los avatares de la vida diaria conforman realidades distintas, simplemente quiero transmitir que querer, enamorarse y amar, a pesar de ser cosas distintas, forman una comunión alcanzable por cualquiera si nos olvidamos de nosotros mismos y pensamos, tanto como podamos, en la persona que amamos. El amor es, en último término, pensar y actuar, a diario, por y para el otro.

martes, 8 de julio de 2014

Soy volcán

A veces, soy volcán cuando dices mi nombre, en luz y color me transformo porque tus labios me llaman.

Otras veces, me convierto en un estanque de aguas cristalinas en el que te puedas mirar y así retener tu reflejo.

Desde luego, para tu cuerpo, con mis caricias, seda quisiera ser y que te embargue la ternura con mi suavidad.

Asiduamente, en flor me transformaría para embriagarte con mi aroma y seducirte con mi belleza.

Continuamente, en agua me destilaría para saciar tu sed y refrescar tu cuerpo.

Acaso, si cansada estuvieras, almohada para tu sueño sería y te contemplaría hasta tu despertar.

Y siempre, si te llegas a sentir encolerizada, seré el acantilado sobre el que tus olas rompan y después, en tu calma, en reflejo de luna desearé convertirme para mecerme en tu tranquilidad.


El tapón de cava

Por esos azares que tiene la vida, la mía cambió y sirvió, aunque sólo fuera por unas horas, para disfrute de unos pocos. Soy un humilde tapón de cava, nací de la corteza de un hermoso “quercus suber” en una preciosa dehesa extremeña y tuve la suerte de ir a parar a una botella de un delicioso cava. A veces, esto se convierte en algo negativo y te puedes pasar décadas almacenado en alguna alhacena o frigorífico, pero el peor destino que te puede tocar es que la botella a la que estás unido sea utilizada en la botadura de un barco, ¡nunca saltarás!, estarás por siempre unido al gollete roto de la botella.

Como decía al principio, el azar me llevó a una Fiesta Blanca, allí, el humano que descorchó la botella tuvo la ocurrencia de decir “a quién le dé el tapón será el siguiente en casarse”, lo que provocó risas y algún que otro intento de salir corriendo y escapar de ese tremendo maleficio.

En mí provocó cierta ilusión y decidí hacer lo mejor posible mi papel. Cuando me soltaron, y sentí en mi base el empuje del gas, me concentré en mantener la verticalidad y, así, coger más altura. Fue un vuelo perfecto, casi mágico, durante varios segundos permanecí en el aire, mientras notaba cómo debajo de mí la gente aguantaba la respiración. El desplazamiento lateral fue mínimo y fui a impactar a poco más de un metro de la botella, en la preciosa cabeza de una dama llamada Carmen.

Las risas y los chascarrillos posteriores nunca los olvidaré, fueron el momento cumbre de mi vida y me produjeron un gran placer y, durante bastantes horas después, tuve vida y presencia en el pensamiento humano. Fui recogido por Carmen y, cuando se marchó de la fiesta, me mostró al que había descorchado la botella dirigiéndole un guiño de complicidad.

Yo, por mi alma de corcho, no creo en maleficios, ni males de ojo, ni, tan siquiera, en que un humilde tampón pueda fijar algo del destino a persona alguna, pero en lo que sí creo es en la ilusión, en la alegría y en los buenos momentos que se pueden compartir entre amigos. Eso ha conformado mi destino y muy orgulloso estoy de ello.

Para finalizar, no contaré intimidades posteriores de Carmen y, su pareja, Javier, que las hubo y de ¡qué manera!, sólo decir que fui manoseado, cogido, sopesado, tirado al aire varias veces, ¡fotografiado! y subastado por Javier entre los de la fiesta… “El tapón del delito es subastado, precio de salida… Tu libertad”

¿Verdad que luzco elegante y feliz?


lunes, 7 de julio de 2014

Con locura

Por la noche, antes de dormir,
recuerdo cada instante a tu lado,
los que ya han pasado
o los que están por venir.

Con locura me late el corazón.

El tiempo parece eterno
desde que estoy a tu lado.
Y todo lo recordado
sería sin ti un infierno.

Con locura me late el corazón
si, apasionado, beso tu boca.

Tú las cartas repartes
y yo las he jugado
siendo apasionado
y feliz en todas partes.

Con locura me late el corazón
si, apasionado, beso tu boca,
tus labios son su sinrazón.

viernes, 4 de julio de 2014

Caminos separados

Alberto caminaba por Madrid en una soleada mañana de verano, acababa de cumplir treinta años y se sentía en plenitud, tanto física como emocional. Tenía trabajo, vivía de alquiler, disfrutaba de sus horas de ocio en compañía de sus amigos y, debido a su belleza, no le faltaban aventuras amorosas siempre que lo deseaba.

Había tenido una infancia relativamente dura. Nacido y criado en un pequeño pueblo de Ávila, estudiaba y ayudaba a su familia en las labores del campo, lo que le dejaba poco tiempo para el ocio y las amistades. Pronto comprendió que aquél no sería el lugar donde pasaría el resto de su vida y con 18 años emprendió la aventura de vivir solo en Madrid.

Descubrió y disfrutó la ciudad, se descubrió y se disfrutó y, ahora, vivía sus mejores momentos de plenitud.

Carlota, cámara en ristre, fotografiaba todo lo que se movía o llamaba su atención, lo bello como ella y lo que no lo era tanto pero que siempre tenía un valor y un significado. A sus treinta y tres años su afición era su trabajo y era feliz, consigo misma y con el mundo, disfrutaba de cada momento como si fuera el último, sorbiendo cada instante y aspirando el aroma de la vida en cada esquina.

De familia con muchos posibles, padre juez y madre fiscal, fue encaminada durante su infancia y adolescencia a seguir la tradición familiar de la abogacía, pero se reveló y negó querer seguir ese camino, encontrando el suyo propio en la fotografía y en ver el mundo en dos y en tres dimensiones al mismo tiempo.

Captó su atención la bella figura que paseaba distraídamente por la calle, una presencia masculina sonriente: alto, cabello moreno y ligera barba oscura sobre su morena piel que resaltaba más por su vestimenta de un blanco radiante.

Disparaba su cámara de forma continua, captando la esencia del personaje, recreando cada movimiento y cada gesto, hasta que la proximidad fue tal que era imposible encuadrarlo. En ese momento, Alberto, que iba distraído, se giró bruscamente por el sonido provocado por una persiana al ser levantada y golpeó con su brazo la cámara de Carlota.

Ambos se miraron con intensidad y pronto afloró a sus labios una amplia sonrisa, reconociendo ambos a un alma gemela.

De suyo, esta historia acaba casi siempre en romance, pero esta vez no será, ya que nuestros personajes se encuentran paseando por Chueca y, como de todos es sabido, este fin de semana allí se celebra un evento sin par. Así que, Alberto que es gay confeso y Carlota que es lesbiana declarada, se miran, sonríen y disculpan y siguen sus caminos separados, pero no opuestos, casi paralelos.


jueves, 3 de julio de 2014

La tormenta

Vuelvo a casa en el tren de cercanías y, llegando a Alcalá, observo a través de la ventanilla el fabuloso espectáculo que me ofrece la naturaleza. Una gran tormenta descarga con pavoroso esplendor sobre los Cerros, casi parece que el cielo se va a desplomar allí.

Imagino a esas nubes descargar lluvias torrenciales sobre el baldío, cortados, laderas y vaguadas de los Cerros y cómo se forman torrenteras que arrasan todo a su paso, arrastrando arcillas, calizas, yesos y margas, modificando los barrancos y cincelando los abruptos cortados, de nuevo, como ha venido ocurriendo durante milenios.

Hoy, una vez más, un alma angustiada se ha cruzado en mi camino. Durante su existencia, al igual que los Cerros, ha recibido lluvias torrenciales de emociones incontroladas que han cincelado su carácter y que han horadado cada uno de los aspectos que conforman su personalidad. Tras horas de una intensa y agotadora lucha he conseguido que se enfrente a su reflejo, que se produzca la catarsis necesaria para el reconocimiento de su orografía e inicie el arduo camino que le espera hasta conseguir aceptarse, quererse y transmitir “¡yo soy así!”. El resto de nosotros, a su alrededor, podremos contemplar otro único y maravilloso paisaje en armonía.

Codo con codo

Sopla un fuerte viento, previo a la tormenta, y luchamos contra él, codo con codo, sujetando el gran toldo que vuela libre y amenaza con partir muy lejos, te miro y te veo dulce y serena, toco tu mano y ese simple roce me conecta aún más a ti, nos concentramos en la tarea y avanzamos otra cuarta, sujetamos y atamos… y te miro, me deleito con cada uno de tus movimientos y te disfruto, como se disfruta la esencia de un perfume, la calidez del sol primaveral o cualquier sensación tangible, grata e imborrable, eres tú y, a la vez, formas parte de mí.

Cuando acabamos, y nos reímos de lo pasado y por pasar, te vuelvo a mirar como si fuera la primera vez, embelesado, como quien ve un milagro ante sus ojos, acaricio tu mano y sonríes, con esa sonrisa tan tuya, tan admirable, tan angelical y, a la vez, traviesa, y el tiempo se detiene, como se detiene a cada instante que estoy contigo, atesorando en mi memoria cada sensación.

Cuando, ya de madrugada, me empieza a vencer el sueño, revivo esas sensaciones y en mi rostro se dibuja una sonrisa de felicidad, un día más a tu lado, un paso más en nuestro caminar…

miércoles, 2 de julio de 2014

Eres un ser único

¿Dónde perdiste la confianza y dónde la ilusión?

Has sufrido incomprensión y soledad, te has mirado al espejo y no te has reconocido, de las expectativas y sueños ni hablamos, te conformas con la monotonía diaria, la desazón y el desaliento anidan a menudo en tu corazón, la tristeza es tu más certera amiga y llega un momento en el que te dices que si no fuera por tus hijos la vida no valdría la pena, luchas y te agotas, lloras y no te quedan lágrimas, dejas la mente en blanco y vagas por el interminable purgatorio de la nada…

Lenta, muy lentamente, para que no te dé vértigo la realidad, incorpórate… ¿me ves? ¿entiendes mi mirada?... comprende primero que la vida, para todos, no es un cuento de hadas, ni esa maravillosa historia que nos preparaban siendo niños, la vida es la suma de cada instante, emoción, sensación… que pasa por tu lado, tus metas o anhelos, con la más suave simplicidad, te llevarán a otros instantes en los que percibirás la alegría que se te niega, el cariño que no recibes, las miradas que no te dirigen y darás otro paso y descansarás, no te agobiará la conciencia, ni te perturbará la autocompasión.

Eres un ser único y a la vez indistinto… ¡vive!

Temblando en la oscuridad

Temblando en la oscuridad maldigo mi suerte, todo me sale mal, pero debo ser fuerte. La soledad me atenaza, el deseo me descontrola, ni una muestra de cariño, ni miradas, ni siquiera un guiño.

Miran a otros, se ilusionan con su presencia, les encandila su mirada, porte o buenas maneras y así pasa la existencia, unos van y otros vienen, pareciendo una riada.

Hay dos puertas: una limpia, pintada, engrasada… por la que se sale acompañado, con ilusión, de la forma soñada; y la otra, gris y sucia, chirriante, maléfica… por la que sale un olor asfixiante y hacia la que se va a la fuerza, arrastrándose de forma agónica.

Sé qué y cómo soy, aún tengo confianza en salir por la primera puerta y tener un futuro. Si no es así y todo se vuelve oscuro, no me arrastraré, ni gruñiré, aceptaré mi existencia muerta.

martes, 1 de julio de 2014

Futuro divino

Cuando te conocí eras éter,
quizás quimera o puede que sueño.
Nunca nada lo tuve más claro
que eras… ¡mi destino!

Cuando llamaste a mi puerta
te pensé y miré con empeño.
Eras para mí un gran tesoro,
por ti… ¡me obstino!

Cuando tus labios me besaron,
me quedé absorto y risueño,
todo alrededor daba vueltas,
ya eras… ¡mi remolino!

Desde entonces te disfruto,
todo me parece de ensueño.
Eres el más plácido presente
y eres… ¡futuro divino!