viernes, 25 de diciembre de 2015

Cada vez que te veo

A veces dudo de quién tiene el control o quién es el que lo pierde.

Cada vez que te veo, haya pasado un día o tan solo unas horas, siento la necesidad de volver a conquistarte, como se intenta conquistar a una diosa inalcanzable, sin parar.

Haces de mi alma desenfreno y de mi mirada la más calma, con tus caricias de mi cuerpo sacas fuego, tu contemplación al cielo me transporta y me siento una pluma mecida por la brisa que no tiene más destino que al que quieras llevarme.

Me dices que eres adicta a mí, la presidenta de mi club de fans, la que desea mi presencia y teme mi ausencia, me buscas y me encuentras, me llamas y el viento te hace eco, tanto que, si estoy sin cobertura, hasta noto tu impaciencia por oír mi voz.

En esos momentos eternos, con tus labios a escasos milímetros de los míos, encontrándose una y otra vez, respirando al unísono, en un torbellino de pasión, pierdo el control y tú lo tomas, y lo pierdes mientras yo lo tomo, como cada día, como cada instante.


lunes, 19 de octubre de 2015

Un tarro lleno con sueños


Hoy, por tu cumpleaños, me gustaría regalarte el espejo donde quedó atrapada mi mirada al conocerte; un frasquito de esencia con el suspiro que diste el día que fuimos uno; un libro con los poemas que recité a la luna con tu nombre; el más bello trino de un pájaro con el ritmo de mi corazón; una campanilla que emitiera el temblor que siento cada vez que rozo tu piel; el prisma que atrapó el rayo de luz de tus cabellos saliendo del agua; la flor que con su esencia te recuerde, en mi ausencia, mi olor; y regalarte quisiera la mar, la brisa y las estrellas para que te canten cuánto te quiero, mientras te doy un tarro lleno con los sueños que, juntos, aún nos quedan por vivir.


miércoles, 30 de septiembre de 2015

Adelante, siempre adelante

Adelante, siempre adelante…

No hay texto alternativo automático disponible. Te levantas agotado porque tus emociones no te han dejado descansar, has pasado horas, días y semanas en perpetuo conflicto interior, ya que has recorrido mucha senda sin observar y aprender de cada recodo o paisaje por el que has transitado y cuando echas la vista atrás sientes un vacío por lo que pudo ser y no fue, por las decisiones que no tomaste y que ahora martillean tu corazón. Pero sí, las tomaste, siempre se toman, hasta el no decidir es cuestión de decisión, y ahora sólo te queda la aceptación de que el camino andado es el correcto ¡te ha llevado hasta aquí, a lo que eres!

Adelante, siempre adelante…

Vuelve a mirar el paisaje que tienes a tu alrededor para saber de dónde partes y mira también tu siguiente encrucijada. Tienes que decidir qué camino tomar, la decisión siempre entraña riesgo, así es la vida: una amistad rota, un amor incipiente, una mirada, una expresión, una caricia… un juego de emociones en el que apuestas todo al rojo y puede salir negro; pero aprendes, de los demás y, sobre todo, de tus límites.

Adelante, siempre adelante…

¿Sabes una cosa? Todo parte de tu honestidad interior, cuando reconoces tus debilidades y tus fortalezas y basas tus nuevas decisiones en reducir las primeras y en compartir las segundas.

martes, 29 de septiembre de 2015

La Pepi

Aún con la tranquilidad que le daba el tener todo planificado, y la firmeza de su decisión, se encontraba algo nerviosa. Los minutos previos a la apertura de puertas del centro comercial, el primer día de las rebajas, se le hicieron eternos y en nada ayudaba la gran aglomeración que tenía a su alrededor, sólo la tranquilizaba, cuando metía su mano en el bolso, el tacto suave y ligero del objeto que portaba como un tesoro.

Cuando se abrieron las puertas apretó con fuerza el bolso contra su pecho y corrió con decisión entre la marabunta. Después de tres requiebros y varios empujones llegó a la sección de lencería, consiguiendo coger un par de sujetadores y, con los codos extendidos, se abrió paso hasta la cercanía de la caja, donde se encontraba su objetivo: el jefe de la sección.

Se detuvo a unos metros de él y levantó con la mano izquierda los sujetadores, llamando su atención con un potente –Por favor, me atiende un momento–. Entonces la escena la vivió a cámara lenta, quizá debido a la gran cantidad de adrenalina que circulaba por su cuerpo. Vio como él daba el primer paso y ella metía su mano derecha en el bolso, sacando el objeto oculto en su mano cerrada y lo lanzó suavemente, sin ser vista, a la trayectoria por la que debería pasar el pie derecho de él. En ningún momento dejó de mirarlo y de sonreír.

El objeto se detuvo en su destino y medio segundo después el pie de él lo pisó, perdiendo el equilibrio de forma aparatosa, levantando exageradamente la pierna de apoyo, cayendo de espaldas con gran estruendo y rebotando su cabeza contra el duro suelo.

Se lanzó hacia él, arrodillándose a su lado. Ella sabía que su desvanecimiento era momentáneo, pero aun así siguió con su plan, gritando para que la gente se apartara y le dejaran respirar. Cogió la cabeza de él entre sus manos, no sin antes retirar el objeto del suelo para no dejar pruebas, puso una mano en la frente y otra en el mentón, tapó su nariz y, posando suavemente sus labios en los de él, le ventiló artificialmente. Antes de que le realizara compresiones torácicas él recobró la conciencia y lo primero que vio fue, a escasos centímetros de su boca el rostro sereno, dulce y sonriente de ella.

Todos los que habían formado un corro alrededor de ellos prorrumpieron en aplausos, felicitándola a ella por su rápida reacción y a él por haber sido salvado por aquel ángel.

Tras incorporarse, él cogió sus manos y, después de muchas palabras de agradecimiento, le dijo que le gustaría invitarla a cenar. Ella asintió, acrecentando su sonrisa, y le dio su número teléfono.

Cuando volvió a salir del centro comercial su cara no podía expresar mayor felicidad, su plan había funcionado y sólo le quedaba cerrar el cepo durante la cena con él.

Cuenta la leyenda que Pepi Fernandez ya no le dejó escapar y que en la estantería que tiene en su casa, con figuritas de cristal, se puede ver, sobre un pequeño pedestal, el objeto que utilizó para hacerlo caer, con una inscripción que dice “Nunca dejes de sonreír, no sabes quién puede enamorarse de tu sonrisa”, junto a su foto cuando lo obtuvo.

martes, 15 de septiembre de 2015

Siento una profunda tristeza

Siento una profunda tristeza, y no es por ti, que me ahoga el alma y no me deja dormir.

Os estimo, os admiro u os quiero, o las tres a la vez. Leo lo que escribes, lo que compartes o lo que te gusta. Río con tus chistes, me ilusiono con tu felicidad, admiro tu belleza y sonrío, feliz, con tu bienestar.

Tú, o quizás tú, o tal vez tú, has compartido el comentario de “Un niño marroquí le pregunta a su madre cuál es la diferencia entre Democracia y Racismo…” y por un momento ya no te admiro, ni me ilusiono, ni río, ni sonrío… 


Siento una profunda tristeza, y no es por ti, que me ahoga el alma y no me deja dormir.

Anoche fue un constante duermevela: cruzando un desierto, escalando una valla con concertinas, remando en un bote hinchable, ahogándome en una bodega de carga, cruzando una frontera tras otra…

Y te leo a ti, o quizás a ti, o tal vez a ti, cuando has puesto la foto con “Es inadmisible que se acojan refugiados pagándoles 400€…“ y, una y otra vez, me pregunto: cómo ha calado en ti este mensaje, qué velo ha enturbiado la visión de tu corazón, cuál es la verdad que trata de ocultar tu alma, dónde me he equivocado para no ver o no sentir lo que ves o sientes tú.

Siento una profunda tristeza, y no es por ti, que me ahoga el alma y no me deja dormir.

lunes, 31 de agosto de 2015

Suspiro a suspiro

Suspiro a suspiro fue moldeando su vida, desde aquellos exhalados por amor en su juventud hasta el más intenso del día de su boda, pasando por el suspiro afligido de lo que pudo ser y no fue, moldeando el paso de lo deseado a lo obtenido. Suspiros de soledad en pareja o aquellos por trabajos sin ilusión y mal pagados. Suspiros de adoración al producto de sus entrañas. Suspiros que más parecen desahogo del tedio y la desilusión. Grandes suspiros por los seres queridos perdidos o pequeños suspiros de sentirse en soledad entre la multitud. Hasta que vuelve a suspirar por nuevas ilusiones, amores o desvaríos, suspiros que salen del alma atormentada o quizás apagada que quiere, de nuevo, volver a suspirar a la luna y al mar, con las miradas o el hablar, con las caricias o al despertar y que no quiere más suspiros por sólo suspirar.

miércoles, 3 de junio de 2015

Bajo la celinda

Cuando nos sentamos bajo la celinda, disfrutando del dulce aroma de sus flores que recuerda al del azahar, la vuelvo a mirar, como todos los días, con admiración y amor.

La admiración que siento por su belleza y armonía, por su mirada intensa y sensual, por el torbellino de su mente y claridad de ideas, por sus movimientos felinos y firmes, por su gesto alegre y apasionado…

El amor que siento a su lado y en su ausencia, con su generosidad y dedicación, con su dulzura y calidez, con sus expresiones e ironía, con su entrega y devoción, con su saber llevar la vida a flor de piel y disfrutarla a cada instante…

Y vuelvo a pensar en lo afortunado que soy.

martes, 19 de mayo de 2015

Vamos

La tenue y parpadeante luz, de un fluorescente en mal estado, apenas iluminaba el pasillo por donde ella caminaba, como en cámara lenta, arrastrando una maleta. Acababa de abandonar el piso que había compartido con su pareja durante cuatro años, la mayor parte de ellos felices, pero, de un tiempo a esta parte, no se sentía querida o, al menos, no tanto como ella le quería a él. Seguía enamorada de la persona que la conquistó con sus palabras, gestos y cariño, que la sorprendía a menudo y la colmaba de atenciones, que la miraba como nadie antes lo había hecho. Era el hombre de su vida, el que supo sacarle una sonrisa hasta en los momentos más tristes, el que la apoyo en los momentos difíciles y al que siempre sintió cercano y accesible.

Hasta hace unos meses, cuando empezó a mostrarse taciturno y distante. Al principio sólo parecía, o eso aseguraba él, estrés en el trabajo, con una carga excesiva de horas extras sin retribuir y unas condiciones laborales que se deterioraban día a día. Llegaba a altas horas de la noche sin dar explicaciones, se ausentaba algún fin de semana y, lo que le resultaba más mortificante a ella, apenas hablaban, sólo unos ásperos monosílabos para las cuestiones cotidianas.

Ella llegó a pensar que ya no la quería, que estaba con otra y que, en cualquier momento la dejaría. Intento, sin éxito, hablar con él y transmitirle sus preocupaciones, pero él siempre daba vagas excusas y dejaba aparcado el tema para cuando estuviesen más tranquilos.

Finalmente, la noche anterior, le conminó a que le contara lo que le sucedía con ella, le lanzó muchos porqués, mientras él se limitaba a mirarla y a negar cualquier relación o cualquier pesar, a excepción de sus problemas laborales. Pasó la noche en blanco sin saber qué hacer o qué más decir y, cuando él se levantó y se marchó para ir al trabajo, la desesperación se apoderó de ella. Tomó la maleta y la llenó, sin orden alguno, saliendo del piso dando un portazo.


El recorrido hasta el ascensor le pareció una eternidad, quizás por la tormenta que era su mente o, tal vez, por la angustia que atenazaba su corazón. Cuando la puerta del mismo se abrió con un chasquido, tiró de la maleta hacia el interior sin levantar la cabeza, así que lo primero que vio fueron los zapatos y según la fue levantando iba reconociendo a su portador. Era él que la miraba estupefacto, anonadado al darse cuenta de la situación y de lo que suponía. Su sonrisa inicial se borró con un rictus de amargura y de sus ojos brotaron dos lágrimas que recorrieron su cara hasta caer sobre la maleta que se interponía entre los dos.

Él levanto la mano que tenía en el costado y le extendió el ramo de flores que llevaba, mientras decía: “eres la mujer de mi vida y te quiero con locura, vamos a casa y hablemos todo el día o tanto como lo necesitemos, he llamado al trabajo y he pedido unos días de vacaciones”

Ella también lloró, de manera desbordada, apoyando su cabeza en el pecho de él. Cuando consiguió calmarse, y él dejó de rodearla con sus brazos, dijo: “vamos”


A Antón el paso del tiempo le había tratado bien, con poco más de cuarenta años se sentía en plenitud física y su aspecto serio y sereno le daba cierto atractivo.

Desde muy niño le habían inculcado que el estilo y el saber estar lo eran casi todo en la vida. Siendo, como era, de familia de la alta burguesía tuvo una infancia, en lo económico, fácil y rutilante, pero no tan así en lo emocional que fue, diciéndolo suavemente, austera. De su padre, hombre de carácter firme, sólo recibió consejos e improperios, casi a partes iguales; de su madre, mujer de natural belleza pero de endeble salud, ensimismada y ausente, sólo recibió excusas y desplantes cuando se le acercaba en busca de cariño.

Muy pronto abandonó el hogar familiar, donde se sentía asfixiado y poco querido, colocándose como mando intermedio en una multinacional. Se dedicó íntegramente al trabajo y al placer, olvidándose de su familia. Tuvo multitud de parejas, todas de escasa duración. Era incapaz de expresar sus emociones, de dar cariño y de mantener una relación afectiva, rompiendo a los primeros síntomas de enamoramiento por la otra parte.

Hasta que conoció a Pamela. Físicamente era una mujer normal, con atractivo latino, pero en lo emocional le pareció sobrehumana por su capacidad para expresar emociones, dar cariño, ser atenta y estar casi siempre alegre. Se convirtió en su oasis o su paraíso, cada momento pasado a su lado era un disfrute y le hacía sentirse el hombre más privilegiado de la tierra. Cuando descubrió que se había enamorado no se lo podía creer, él que era de corazón de hielo. Se obligó a sí mismo a una reeducación emocional y, poco a poco, aprendió a mostrar cariño, amor, entrega y dedicación.

Hasta que, hace unos meses, todo dio un vuelco. Recibió una llamada de su padre en la que le comunicaba que su madre estaba grave en el hospital. Cuando la vio postrada en la cama, inerme y sin conocerle, los recuerdos del pasado retornaron. Durante las siguientes semanas su corazón y su mente fueron un torbellino, sintiendo dolor y pena por su madre, angustia contenida cada vez que se cruzaba con su padre y percibiendo como, poco a poco, su relación con Pamela se deterioraba. No podía y no quería hacerla participe de sus penas. Iba al hospital siempre que podía y pasó algunos fines de semana sentado al lado de su cama, cogiendo su mano, acariciándola y contando, aunque ella no pudiera oírle, lo que había sido su vida todos esos años, pero, sobre todo, le habló de Pamela.

El tiempo fue pasando y ni su madre, ni su relación de pareja, mejoraron. La noche anterior ella le conminó a que le contara lo que le sucedía, pero fue incapaz de expresarse y, como mentira piadosa o escapada fácil, se limitó a relacionarlo con sus problemas laborales. En la cama no pudo pegar ojo intentando ordenar ideas y emociones, notaba como Pamela se revolvía inquieta a su lado, muchas veces estuvo a punto de alargar su mano y acariciarla y empezar a explicar lo que le ocurría. Cuando sonó el despertador fue como si de golpe todas las piezas encajaran. Se vistió, tomó un café rápido y no paró hasta encontrar una floristería abierta.

Ahora, en el ascensor, de vuelta a casa con un ramo de flores en la mano, tenía su mente y su corazón en orden y estaba preparado para abrirse a Pamela. En el mismo instante que se abrió la puerta y la vio, entrando en el ascensor, con la cabeza baja y una maleta en la mano, fue consciente del enorme daño que la había provocado y, como en una presa a la que le abren las compuertas, sus emociones se desbordaron y unas lágrimas brotaron de sus ojos.

Alargó su mano, con el ramo de flores, hacia ella y le dijo: “eres la mujer de mi vida y te quiero con locura, vamos a casa y hablemos todo el día o tanto como lo necesitemos, he llamado al trabajo y he pedido unos días de vacaciones”

Ella también lloró, sobre su pecho, mientras la abrazaba. Cuando se separó de él dijo: “vamos”

Pamela salió del ascensor y en un gesto reflejo dejó la maleta a los pies de Antón, como diciéndole: “ahí tienes nuestra relación ¿eres capaz de llevarla?”. Antón cogió la maleta y fue detrás de ella, teniendo muy claro cuánto la quería y cuánto la necesitaba y sabiendo que se entregaría a ella de por vida.



lunes, 18 de mayo de 2015

Que no pare el amor

Hay amores que van por otros derroteros que los que recita el poeta o los agoreros; hay amores cansinos de los que dicen ven y que luego tan mal te tratan, para volverte a decir que eres su amor y que, ahora sí, tendrá tino; hay amores fugaces, como una estrella en la noche, que duran un suspiro y que antes de que los atenaces se van como un tiro; hay amores eternos que duran hasta el invierno, pero que, si llegan al verano, se convierten en un infierno y ya ni te dan la mano; hay amores secretos de los que nadie se entera porque son discretos, ya que si se supiera les pone en un aprieto; hay amores golosos, de miradas tiernas y palabras suaves, tan cariñosos que casi dan grima porque parece de pantomima; hay amores tormentosos, sofocantes, esplendorosos y delirantes; y por haber, hay amores pasionales que destrozan el mobiliario como si fueran bacanales; también los hay prohibidos, otros con trampa y hasta los hay verdaderos; por tener, se tienen amores rotos, lejanos o perdidos y ¡ay, de aquel no correspondido! o el que se quedó en platónico o fue un escaparate... Todos tuvimos uno de cada, sino en esta vida sería en la pasada o quizás en nuestros sueños o en nuestras pesadillas.

Después de todo, habrá que decir ¡que no pare el amor! que, aunque sea pobre, tenue o ligero, es nuestro motor.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Y lo demás... en el olvido

Una papelera quemada
para las emociones usadas,
un armario en el vestidor
para los recuerdos desvaídos
un gran baúl en el trastero
para los deseos incumplidos.


A diario, saborea su amor,
sus dulces besos encendidos,
sus miradas de puro deseo
y lo demás… en el olvido.


La calle, tétrica y oscura,
al alba quedará iluminada
y hasta la maldad, casi pura,
que hiere al corazón aún dormido,
con bondad será desarmada,
sintiéndose, por siempre, querido.


A diario, saborea su amor,
sus dulces besos encendidos,
sus miradas de puro deseo
y lo demás… en el olvido.

martes, 10 de marzo de 2015

No existe mujer como tú

No existe mujer como tú,
será por eso que te quiero
desde la China hasta el Perú.

Por temer, temo cada ausencia;
por querer, quiero tu mirada;
por ser, soy sin ti la demencia;
por saber, sé que eres mi amada.


No existe mujer como tú,
será por eso que te quiero
o has hecho conmigo vudú.


Callada, con los ojos hablas;
dormida, con los sueños miras;
herida, con tu luz endiablas;
amada, con amor suspiras.


No existe mujer como tú,
será por eso que te quiero
y sin tu amor diría ojú.

lunes, 9 de marzo de 2015

Su sino

Desde la más tierna infancia, fue un niño raro, distinto. Por nacer donde nació, tenía grabado el sino de morir joven, en la cárcel, por un mal pico o una buena pedrada en cualquier riña.

Cuando él nació, en su barrio, las disputas se resolvían a navajazos; el que no vendía “papelas” las compraba o ambas cosas a la vez; la miseria y la violencia era pan para hoy y también para mañana. Sus padres le educaron para ser respetuoso, moral y trabajador, su infancia fue un continuo de casa al colegio y del colegio a casa, sin participar en los juegos violentos o en las riñas entre bandas.

Muy joven empezó a trabajar para aliviar la economía familiar y poder pagarse los estudios. Con el tiempo y mucho trabajo, consiguió acabar una carrera y colocarse en un banco, donde su seriedad y eficacia no pasaron desapercibidas, siendo premiado con diversos ascensos. Finalmente, fue recompensado con la dirección de la sucursal que el banco tenía en su barrio.

Mejoró las instalaciones, amplió ratios y engrosó los beneficios; hasta que llegó la crisis que borró de un plumazo las esperanzas de un barrio obrero, tras los despidos y cierres. La morosidad de la sucursal alcanzó cotas históricas y cuando tuvo que responder, a pesar de que los insultos y las lágrimas anegaban su despacho por igual, el pulso no le tembló y firmó ejecuciones hipotecarias y desahucios a diario.

Hasta que un mal día, tras el desahucio de una ancianita, querida en todo el barrio, se montó una manifestación espontánea a la puerta de la sucursal. Intentó, en vano, explicar a la multitud que no tenía otro remedio y que tenía atadas las manos por la central.

Una piedra voló por el aire y con el fragor de la discusión no la vio venir, impactando contra su sien y derribándolo en el acto. El silencio se apoderó de la multitud que se fue dispersando lentamente, quedando nuestro protagonista tirado en el suelo, con su cabeza rota en un charco de sangre y la vida escapando por él, cumpliendo el que, de siempre, había sido su sino.

viernes, 6 de marzo de 2015

El cuarentaitodos

El “Cuarenta y todos” hora te dicen,
y, aunque eso te horrorice, amigo Toño,
no es edad para que te vean ñoño,
ni para que te psicoanalicen.


En Alcalá ya se dice
que, Toño el “Cuarenta y todos”,
reparte tan buenos modos
que no hay mujer que no hechice.


Hace tiempo, a mis oídos llegaron
rumores, sin puñales y sin dagas,
que a algunas se les caían las bragas,
al mirarte, desde que te cataron.


Un señor con gintónic en la mano,
de una mirada precisa y concisa,
de cercana y envidiable sonrisa,
y con un gran corazón muy cercano.


En Alcalá ya se dice
que, Toño el “Cuarenta y todos”,
reparte tan buenos modos
que no hay mujer que no hechice.

jueves, 5 de marzo de 2015

¡Ay, rubia, que sofoco!

Pisas fuerte por la vida,
nada te es indiferente,
con tono y mucha medida,
no dejas cuenta pendiente.


Siendo muy directo y franco,
tus caderas al andar
me dejan la mente en blanco
y alto me hacen suspirar.


¡Ay, rubia, que sofoco!
Cuando vas de color añil
por ti suspira hasta el albañil.


Y por pensarte, te pienso,
con deseo y con premura,
y, siempre, lo más intenso
que siento es mucha ternura.


Y por mirarte, te miro,
poniendo cara de loco,
y casi que ni respiro,
tragando de poco en poco.


¡Ay, rubia, que sofoco!
Cuando vas de color añil
por ti suspira hasta el albañil.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Dicen que hay amores eternos

Dicen que hay amores eternos,
muchos son los que duran poco,
otros tantos son un infierno,
y algunos provocan sofoco.


No seas imbécil, ni loco,
no le digas en el invierno
que tu amor siempre será eterno,
y en la primavera tampoco.


Juega, halaga con desgobierno,
magistral, pon en ella el foco,
ama, conquista y sé muy tierno,
y que al verte le dé un siroco.


lunes, 23 de febrero de 2015

¿Tan mal lo hacemos?

¿Tan mal lo hacemos los hombres o las mujeres en la realidad?
Tras el éxito de la trilogía del mismo nombre ha llegado a las pantallas “50 Sombras de Grey” y, como era de esperar, está siendo un rotundo éxito de taquilla, con un público mayoritariamente femenino.

La pregunta que encabeza este escrito ha surgido en mi cabeza de forma espontánea y me acompaña desde hace días, queriendo entender el porqué de las diferencias de gusto entre hombres y mujeres en cuanto a películas/historias de amor/pasión.

Tanto en esta película como en “Pretty Woman”, y otras tantas similares, cobra protagonismo el prototipo de hombre rico, duro y distante que ejerce de “Pigmalión”, a modo de “My Fair Lady”, y que se va transformando en un príncipe azul, por medio del amor y la tenacidad femenina.

Recordando estereotipos peliculeros parecería lógico quedarse: si fuera por tipo duro con “Casablanca”, si fuese por sexo con “Sexo en Nueva York”; si es por puro romanticismo y quieres un amor duradero, aunque sea breve, con “Ghost” o “Un ángel enamorado” (City of Angels); si es por historias imposibles, buscando compartir momentos de complicidad, con “Titanic” o “Los puentes de Madison” …

Soy consciente que encontrar un hombre romántico no es sencillo: aparecerá alguno que hasta puede soltar unas lágrimas con “Love actually” o “El diario de Noa”; es seguro que, si das una patada, te encuentras bastantes con el icono “Lolita” grabado en su frente, que adoran la carne fresca y, sobre todo, la inexperiencia; muchos más los que se creen que “Nueve semanas y media” o “Instinto básico” están a su alcance, ya que son machos capaces de domar a la fiera más salvaje o hacer que cualquier mujer sueñe con estar en su cama; y ya sería muy extraño encontrar a uno que viera en “Lo que el viento se llevó” al prototipo de mujer que desearía: joven, bella, acomodada… pero “que los tiene bien puestos”, segura de sí misma y de su objetivo en la vida.

¿Tú qué opinas?

No estoy a tu lado


lunes, 16 de febrero de 2015

Si fuera atracción animal

Si fuera atracción animal puede durar un suspiro o, tal vez, mientras sigas en la cima, no te dé un respiro.

Si sólo llega a cariño puede ser duradero, pero es más usual que sea perecedero.

Si es amor no se detiene: habrá dudas y quizá temor, tendrás asombro y, algún que otro, sobresalto, pero nada que dé espanto y te llene de terror; gozarás de atracción animal, juegos de seducción, arrebatamiento y fascinación; y también disfrutarás del éxtasis emocional que dan el cariño, la ternura y la devoción.

Pero, sea como fuere, no te conviertas en ermitaño porque, en tu desolada cueva, todo será extraño, plagado de oscuridad y viviendo de meros recuerdos de lo que fue y pudiera haber sido.

jueves, 12 de febrero de 2015

El vino de la esperanza

El vino de la esperanza en nuestra copa degustamos, mientras nos reímos del infortunio, en sus múltiples realidades, que en cada esquina se agazapa para asustarnos; después, nuestros pasos se dirigen, mientras desgranamos el tiempo que nos hemos disfrutado, por la calle del esfuerzo, a la plaza de la entrega; las luces de las farolas, con forma de ilusión, alargan nuestras sombras, unas veces hacia el pasado y, las más, hacia el futuro deseado; el sonido de nuestros pasos no denota urgencia, resuena firme sobre el empedrado de las emociones y el eco, como si fuera Cupido, de las paredes cercanas, teñidas de sentimientos, lo redoblan como si fuésemos muchos los que andamos cogidos de la mano y nos miramos…, nos sentimos, nos abrazamos y nos besamos…

lunes, 9 de febrero de 2015

Como cada día

¿Qué ofrece la noche a un corazón enamorado? El éxtasis de recordar, la felicidad de saborear y la placidez de saber que, cuando despunte el alba, comenzará un nuevo día que traerá las mil y una señales de lo cotidiano, segundos encadenados como gotas de lluvia que tocan el rostro y te hacen sentir vivo, y, además, la sentirás en la distancia porque siempre está en tu pensamiento y la disfrutarás con la mirada cuando esté a tu lado, como cada día, como será siempre...

viernes, 6 de febrero de 2015

Las otras golondrinas

Volverán tus más “íntimas” amigas
en tu muro sus cosas a colgar,
y otra vez a tus fotos más afables
con palabras loarán.


Pero aquellas que siempre se alegraban
por tu hemorsura y gran felicidad;
aquellas que citaban nuestros nombres,
esas… ¡no responderán!


Volverán las grandes frases de apoyo
en tus publicaciones a colgar,
y otra vez, con cada nuevo “me gusta”,
tus labios sonreirán.


Pero aquellas cargadas de mi aprecio
que a tu corazón hacían temblar
y soñar en coincidir por "esquipe"...
esas... ¡no volverán!


Volverán a aceptarte más amigos
y tus grandes cualidades a narrar;
tu facebook, de su gran letargo,
tal vez despertará.


Pero ya no tienes ni mi amistad,
como has elegido casi al azar,
como yo te he seguido... desengáñate,
¡así... no te seguirán!

Me vestiré de humilde mendigo

Como tantas otras veces, adormilado por el ligero vaivén del tren de cercanías, pienso en ti y en la inmensa suerte que tengo por poder estar a tu lado. Entonces, las palabras acuden a mi mente a borbotones, con urgencia, pidiendo ser escritas. No me queda otra opción que dejarlas salir...

Ríos y mares surcaré, las más altas cumbres escalaré, por cualquier medio volaré y, muy alto, gritaré lo que siento, para llegar a tus sentimientos y conseguir ser digno de tu amor.
Pero, si está riqueza de sentimientos te asustase, me vestiré de humilde mendigo y sólo extenderé mi temblorosa mano hacia tu corazón pidiendo unas gotas de tu amor con las que alimentar mi alma.

Luego me retiraré y quedaré en un segundo plano, satisfecho y feliz porque, aunque sea por un instante, te he vivido y tus ojos me han contemplado.

miércoles, 4 de febrero de 2015

¿Quién teme al amor?

¿Quién teme al amor?


Aquel que lo ha vivido y que, sin haberlo olvidado, ha comprendido que, al no ser correspondido, se queda doblemente vacío, sin alma y en pena.

¿Quién teme a la pena?


Aquel que la ha sentido, y paladeado, en esas gotas que por su mejilla han resbalado y que en sus labios han dejado un ligero gusto salado.

No temas al amor ni a la pena, ya que libre, sin barreras ni temores, el amor no se vive, se da y se recibe.

miércoles, 14 de enero de 2015

Escoge mi amor

Escoge, mi amor, ¿pares o nones?

Si sale impar mi mano acariciará tu mejilla, mientras te miro con ilusión, y te digo cuánto te quiero.

Si sale par mis manos se unirán para coger mi corazón y, aproximándolas a tus labios, te daré a beber de mi felicidad.

Par o impar ¿qué más da? Somos impares que, cogidos de la mano, caminan juntos a la par; al pensarnos somos impares y al disfrutarnos nos convertimos en pares; al deseo impar le sigue el gozo sin par y a la par la felicidad.

Escoge, mi amor, ¿pares o nones?...

Tienes miedo

Tienes miedo, lo sé, sufres por amor y lo percibo; lo has dado todo y nada te queda sino el olvido; se quemaron tus ilusiones en la hoguera de la pena; se trenzaron, a tu alrededor, barrotes con los hilos del dolor; la soledad te envuelve con su negrura…

Que no te preocupe el día siguiente, ni te quedes en el ayer, vive cada instante como si fuera un bello amanecer. Siente el corazón ardiente, radiando ondas de puro amor, queriendo a cada instante, y deseando con fervor, al familiar o al amigo, al que te mira y al que transita a tu lado. Y así, renacerás cada día, impregnada de sentir, queriendo que tu guía sea el verbo unir: las palabras, las miradas y hasta las ilusiones.

Cuando te cruces en mi camino te sonreiré, abrazaré y, al oído, te susurraré que no importa el destino, ni cuánto te hayan hecho sufrir, ni tomes la felicidad como una meta porque siempre estuvo, está y estará en ti.