martes, 10 de marzo de 2015

No existe mujer como tú

No existe mujer como tú,
será por eso que te quiero
desde la China hasta el Perú.

Por temer, temo cada ausencia;
por querer, quiero tu mirada;
por ser, soy sin ti la demencia;
por saber, sé que eres mi amada.


No existe mujer como tú,
será por eso que te quiero
o has hecho conmigo vudú.


Callada, con los ojos hablas;
dormida, con los sueños miras;
herida, con tu luz endiablas;
amada, con amor suspiras.


No existe mujer como tú,
será por eso que te quiero
y sin tu amor diría ojú.

lunes, 9 de marzo de 2015

Su sino

Desde la más tierna infancia, fue un niño raro, distinto. Por nacer donde nació, tenía grabado el sino de morir joven, en la cárcel, por un mal pico o una buena pedrada en cualquier riña.

Cuando él nació, en su barrio, las disputas se resolvían a navajazos; el que no vendía “papelas” las compraba o ambas cosas a la vez; la miseria y la violencia era pan para hoy y también para mañana. Sus padres le educaron para ser respetuoso, moral y trabajador, su infancia fue un continuo de casa al colegio y del colegio a casa, sin participar en los juegos violentos o en las riñas entre bandas.

Muy joven empezó a trabajar para aliviar la economía familiar y poder pagarse los estudios. Con el tiempo y mucho trabajo, consiguió acabar una carrera y colocarse en un banco, donde su seriedad y eficacia no pasaron desapercibidas, siendo premiado con diversos ascensos. Finalmente, fue recompensado con la dirección de la sucursal que el banco tenía en su barrio.

Mejoró las instalaciones, amplió ratios y engrosó los beneficios; hasta que llegó la crisis que borró de un plumazo las esperanzas de un barrio obrero, tras los despidos y cierres. La morosidad de la sucursal alcanzó cotas históricas y cuando tuvo que responder, a pesar de que los insultos y las lágrimas anegaban su despacho por igual, el pulso no le tembló y firmó ejecuciones hipotecarias y desahucios a diario.

Hasta que un mal día, tras el desahucio de una ancianita, querida en todo el barrio, se montó una manifestación espontánea a la puerta de la sucursal. Intentó, en vano, explicar a la multitud que no tenía otro remedio y que tenía atadas las manos por la central.

Una piedra voló por el aire y con el fragor de la discusión no la vio venir, impactando contra su sien y derribándolo en el acto. El silencio se apoderó de la multitud que se fue dispersando lentamente, quedando nuestro protagonista tirado en el suelo, con su cabeza rota en un charco de sangre y la vida escapando por él, cumpliendo el que, de siempre, había sido su sino.

viernes, 6 de marzo de 2015

El cuarentaitodos

El “Cuarenta y todos” hora te dicen,
y, aunque eso te horrorice, amigo Toño,
no es edad para que te vean ñoño,
ni para que te psicoanalicen.


En Alcalá ya se dice
que, Toño el “Cuarenta y todos”,
reparte tan buenos modos
que no hay mujer que no hechice.


Hace tiempo, a mis oídos llegaron
rumores, sin puñales y sin dagas,
que a algunas se les caían las bragas,
al mirarte, desde que te cataron.


Un señor con gintónic en la mano,
de una mirada precisa y concisa,
de cercana y envidiable sonrisa,
y con un gran corazón muy cercano.


En Alcalá ya se dice
que, Toño el “Cuarenta y todos”,
reparte tan buenos modos
que no hay mujer que no hechice.

jueves, 5 de marzo de 2015

¡Ay, rubia, que sofoco!

Pisas fuerte por la vida,
nada te es indiferente,
con tono y mucha medida,
no dejas cuenta pendiente.


Siendo muy directo y franco,
tus caderas al andar
me dejan la mente en blanco
y alto me hacen suspirar.


¡Ay, rubia, que sofoco!
Cuando vas de color añil
por ti suspira hasta el albañil.


Y por pensarte, te pienso,
con deseo y con premura,
y, siempre, lo más intenso
que siento es mucha ternura.


Y por mirarte, te miro,
poniendo cara de loco,
y casi que ni respiro,
tragando de poco en poco.


¡Ay, rubia, que sofoco!
Cuando vas de color añil
por ti suspira hasta el albañil.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Dicen que hay amores eternos

Dicen que hay amores eternos,
muchos son los que duran poco,
otros tantos son un infierno,
y algunos provocan sofoco.


No seas imbécil, ni loco,
no le digas en el invierno
que tu amor siempre será eterno,
y en la primavera tampoco.


Juega, halaga con desgobierno,
magistral, pon en ella el foco,
ama, conquista y sé muy tierno,
y que al verte le dé un siroco.