martes, 26 de agosto de 2014

Qué triste historia

Qué triste historia la de los amantes fugaces que convierten el deseo en sustancia y abarcan en minutos lo que puede durar meses de deleite. A su pesar, y al de casi todos, la carencia de afecto, la ausencia de apego y la urgencia, delimitan las sensaciones al puro contacto que, por efecto temporal, desaparece tal y como ha surgido, quebrando la ilusión en pena y el ardor en quemazón que, como una mecha, avanza inexorable hacia su fin. Después sólo queda el rastro de las cenizas que se acumularan ennegreciendo el alma con desencanto y soledad, que los atenaza y vuelve temerosos.

Sé valiente y ama, pide, reclama, sonsaca, disfruta, mira, toca, cuenta, da, juega, suspira, sueña, realiza, encanta… a aquel que, con su sola presencia, te haga sentir especial y te dedique su tiempo y su espíritu.

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