Desde que tengo uso de razón te he imaginado y soñado, te he sentido, te he necesitado... En ocasiones eras como un héroe de película: alto, fuerte, guapo…, que venía a salvarnos, a mi madre y a mí, de peligros horribles; en otras eras famoso: un actor, un deportista, un intelectual, un político… que hacías que nuestra vida, sencilla y con apuros, cambiara a otra de ensueño; en muchas otras eras sólo un hombre normal, pero un marido ejemplar y un padre fabuloso. Desde que era pequeño te he imaginado contándome cuentos e historias, jugando al futbol conmigo, yendo de paseo, alabando mis notas del colegio, peleando en la cama entre risas…
Cuando le preguntaba a mi madre por ti sólo recibía un «no sé nada de
él». Nunca comprendí lo que te llevó a alejarte de nosotros. Tenías una
mujer bella, enamorada, sensible, cariñosa, trabajadora, entregada y mil
cualidades más, y yo era tan pequeño que nada te pude hacer para que no
me quisieras ¿o sí? Tantas veces me he culpado de ello, tantas veces he
sentido que yo fui el culpable, que siempre me ha acompañado la
sensación de ser algo horrendo de lo que había que apartarse porque
hasta que yo no llegué al mundo fuisteis un matrimonio feliz ¿qué cambió
con mi llegada?
Te he querido y odiado a partes iguales, pero ahora, que te he visto, ni lo uno ni lo otro, ese vacío tan inmenso que sentía en mi interior se ha llenado con calma y, en mi corazón, sólo queda hacia ti un ligero desprecio y un toque de pena hacia un pobre hombre que no supo o no quiso ser feliz a nuestro lado.
Adiós Papá, la lágrima que corre por mi mejilla será lo último que me une a ti, cuando caiga al suelo habré dejado atrás una infancia desdichada por tu ausencia y seré una persona nueva, con ilusiones reales y con una madre maravillosa que me ha querido en cada instante de mi vida.
Te he querido y odiado a partes iguales, pero ahora, que te he visto, ni lo uno ni lo otro, ese vacío tan inmenso que sentía en mi interior se ha llenado con calma y, en mi corazón, sólo queda hacia ti un ligero desprecio y un toque de pena hacia un pobre hombre que no supo o no quiso ser feliz a nuestro lado.
Adiós Papá, la lágrima que corre por mi mejilla será lo último que me une a ti, cuando caiga al suelo habré dejado atrás una infancia desdichada por tu ausencia y seré una persona nueva, con ilusiones reales y con una madre maravillosa que me ha querido en cada instante de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario