Aquel que lo ha vivido y que, sin haberlo olvidado, ha comprendido que, al no ser correspondido, se queda doblemente vacío, sin alma y en pena.
¿Quién teme a la pena?
Aquel que la ha sentido, y paladeado, en esas gotas que por su mejilla
han resbalado y que en sus labios han dejado un ligero gusto salado.
No temas al amor ni a la pena, ya que libre, sin barreras ni temores, el amor no se vive, se da y se recibe.
No temas al amor ni a la pena, ya que libre, sin barreras ni temores, el amor no se vive, se da y se recibe.
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