martes, 22 de abril de 2014

Semana Santa Sevillana: Devoción

He sido un espectador privilegiado de Semana Santa Sevillana, decir que ha sido impresionante es decir poco. El espectáculo de luces en los edificios y miles de cirios ardiendo deslumbra a cada momento, la amalgama de colores de túnicas, uniformes, trajes, mantos… parece una mezcla divina, el estruendo de sonido de las bandas de música y miles de gargantas murmurando eriza la piel para, a continuación, extasiarse con el silencio sólo roto por una vibrante garganta saetera, aliñado con el intenso olor a incienso, vainilla y flores, todo ello es tan inmenso que, a veces, los sentidos no son capaces de abarcar lo vivido y te tienes que conformar con instantáneas parciales.


Una de esas instantáneas, que no se borrará de mi memoria, la capté en la Madrugá, en el tramo de la carrera oficial donde me encontraba, cuando una joven y bella sevillana se levantó de su asiento al hacer aparición la Cruz de Guía de la Hermandad de la Macarena, anudó a la barandilla la medalla de la hermandad de un ser querido, ya ausente para siempre, y así permaneció hasta que pasó el último de los miles de nazarenos que componen esta hermandad.

Cuando paró el paso de Cristo de la Hermandad de la Macarena, el Cristo de la Sentencia, para el relevo de costaleros (figura que ejemplifica como pocas la entrega, pasión, esfuerzo, dedicación y trabajo en esta Semana Santa), que salían agotados pero felices, levantó la mirada hacia el Jesús de la Sentencia y, con la cámara, pude captar la devoción en estado puro.

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