viernes, 3 de enero de 2014

Acunado

Salgo de trabajar y lloviznea en Madrid, por mi mala cabeza he olvidado el paraguas, pero no me importa, la tenue lluvia refresca mi cara y aligera mis sensaciones, también atenua alguna emoción díscola que hora se encumbra hora se hunde en el abismo.

Paso por ese solar de Chamartín que ya os he mencionado y grito, para adentro, "Esto es injusto!!!", que esta opulenta sociedad en la que vivimos no ponga los medios para que cualquier persona que viva en este país tenga una vivienda digna o un techo en el que cobijarse. Sigo mi camino e intento no volver la vista, como si la ceguera pudiera curar ese dolor.

El tren llega puntual, me siento y salimos. Ahora, mientras escribo, me dejó mecer por el ligero vaivén del vagón y casi dormito, acunado por la paz interior, ensoñando con cariño y vuestro amor.


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