lunes, 6 de enero de 2014

Un día de armonía

Queda aún mucho para amanecer y algo ha perturbado mi sueño, a pesar de sólo haber dormido tres o cuatro horas. Algo ha vibrado y dejado en el aire un tono musical puro, como un diapasón… ¡oh, es mi corazón! Entonces comprendo porqué… un día de pura armonía pasa ante mis ojos y me trae escenas, con la necesidad de revivirlas, que crean paz, calma, sosiego…

Por la mañana una llamada de teléfono me puso ante el espejo, ante un corazón que en la lejanía late al mismo ritmo, ese que da el conocimiento de una amistad congelada en el tiempo y ahora en su deshielo primaveral.

Después, una cara de belleza griega me habla, me comenta, me cuenta… y yo, hipnotizado por los movimientos tan expresivos de su rostro, escucho, me transmite mil escenas y conecto con su alma. En el aire queda que este momento se repetirá más veces.

Otra llamada, mientras cocino, me trae promesas de gratos momentos e ilusión, del tipo de desear trasladarte unas horas en el tiempo y unos metros en el espacio. Así, la tarde empieza a transcurrir viéndola con los ojos de admiración infantil, sonrisas de varios ángeles que están a mi lado que miro embelesado, expresiones de felicidad y ¡oh! de sorpresas.

Antes de regresar a casa me paso por el hospital a hacer dos visitas que quieren ser de cortesía y se convierten en dos tránsitos por almas angustiadas, esas que siempre quedan en los acompañantes que se desviven por sus familiares enfermos y sufren. Sufren por evitar el dolor de los que quieren y no poder y sufren por ser rechazados y hasta maltratados por aquellos a los que cuidan. Les transmito toda mi energía, apoyo, aliento y amor. Cuando salgo dejo dos almas tranquilas, en paz consigo mismas y una sonrisa en su expresión.

El final de la jornada es aún mejor, parte de tu ser y tu alma en cuerpo ajeno te hace sentirte como en las nubes por su expresiones, miradas y afecto. Llegando, por fin, a la apoteosis final, ese espectáculo de pirotecnia ferial, en el que se convierte mi corazón con una charla de madrugada. De esas charlas que te acarician, te mecen, te transportan por el aire como una cinta de papel de seda empujada por el aire hacia la plenitud.

Ahora, tras expresarme, queda poco para amanecer y espero el nuevo día pensando en vosotros, aquellos que hacéis que mis días sean perfectos en armonía.

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