martes, 14 de enero de 2014

No cuesta tanto

Sentado en una cafetería, mientras el caliente líquido pasa por mi garganta, miro al exterior y veo gente pasar, hacia la derecha o hacia la izquierda, la desapacible mañana produce el efecto de igualarlos a todos, abrigados y cabizbajos se cruzan sin verse, cada uno hacia su destino y ninguno al encuentro del otro.

Así actuamos en demasiadas ocasiones, tanto con desconocidos como con las personas más cercanas a nosotros. Inmersos en nuestras preocupaciones, temores, frustraciones... no miramos a la cara a nuestra pareja, nuestro hijo o padre, nuestro vecino o amigo, ni que decir tiene que el contacto físico es apenas existente, roces casuales, casi pidiendo perdón.

¿Recordáis la última vez que "porque sí" abrazasteis a vuestra pareja, la mirasteis a la cara y, con una sonrisa, le dijisteis "te adoro"?¿Cuándo fue el día que cogisteis las manos de alguno de vuestros padres y le dijisteis lo atractivo y joven que lo veíais? ¿Acaso recordáis la vez que le dijisteis a vuestro hijo lo orgulloso que estabais de él mientras pasabais vuestra mano por su cara?¿Pusisteis, no hace mucho, la mano en el hombro del amigo y, con ese afecto profundo que usáis a menudo, le dijisteis que siempre y para lo que necesite ahí estaréis?

Queda justo un mes para el Día de los Enamorados, en otras regiones este día es el Día del Amor y la Amistad, os propongo que estos treinta días sean treinta ocasiones para rozar, tocar, acariciar, mirar, adular, elogiar, mimar, ... a todo aquél por el que sentís afecto o amor, para no olvidar que el roce hace el cariño, para erradicar de nuestras vidas la monotonía del "yo" y vivir en la riqueza del "tú".

Animaros, no cuesta tanto ¿verdad?

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