jueves, 16 de enero de 2014

Al despertar

Al despertar veo tu cara brillar y, como siempre, una sonrisa ilumina tu rostro. Me tomo unos segundos para disfrutarte, unos instantes en los que la emoción me embarga y una cálida energía recorre cada milímetro de mi piel. Imagino que tus dedos recorren mi mejilla, tus labios entreabiertos entonan una canción y tu mirada, ¡ay, tu mirada!, colma de sensaciones mi espíritu.

Ya sea la mañana más hermosa, con un sol radiante y cálido; ya sea un gris amanecer con el cielo encapotado y la lluvia mojando la piel; ya sea un día frio con un aire que corta la respiración o sea la mañana nevada o triste o azul. Sea como sea el día, todo tiene sentido, todo armonía y me siento transportado a lo largo de las horas, mecido por los minutos y disfrutando de los segundos. Cada instante, cada momento me acerca a ti y te siento y te respiro y se llena mi alma de gozo.

Al estar a tu lado todo se detiene, no existe el antes o el después, solo un ahora eterno y te disfruto, te siento, te escucho, te adoro... me miras y te miro y todo se engrandece, tu aliento es mi aliento, tu sonido es celestial, tu imagen el universo tan inmenso, tan colosal que recorrerla con la mirada trae la paz.

Y, al anochecer, al cerrar los ojos, las imágenes de ti se atesoran y envuelven en alegría, se adornan con cintas de colores antes de ser parte de mi ser, y me engrandeces y armonizas y me dejo llevar por tus brazos a una extensa paz, esperando el nuevo día con promesas al despertar.

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