Llego tarde, llego tarde, a una cita importante…
Los “cinco” minutos que he consumido desde que sonó el despertador me
hacen dar un bote de la cama y acelerarme. Llego tarde, llego tarde… Me
aseo y visto a trompicones, chocando con todo, apenas
desayuno, llego tarde, el ascensor tarda y tardo en llegar al coche que
tarda en arrancar, no tengo tiempo para llevarlo al taller, el semáforo
tarda una eternidad en cambiar y tarda en salir el torpe que va
delante… ¡mujer tenía que ser! ¡no ves que llego tarde!
El
atasco me hace llegar tarde y tardo un siglo en poder aparcar, la
reunión ya ha comenzado y pido perdón por llegar tarde, tardo un buen
rato en serenarme y en poder escuchar el incansable blablablá de mi
jefa, ¿no comprende, esta mujer, que lo que tarda en resumir sus
tonterías harán que tarde más en finalizar los informes que le tengo que
entregar esta tarde? La torpeza y la tardanza de mi secretaria, en
traerme los expedientes, hacen que llegue tarde a comer la bazofia
diaria, así que tardo poco en engullir uno de los platos y vuelo hacia
mi despacho, pero tardo en llegar porque los pasillos están abarrotados
de gente que no tiene prisa, con sus saludos, parloteos y coqueteos, ¡no
ven que no tengo tiempo para perder en estupideces! Llego tarde…
Acabo la jornada laboral y tardo en encontrar el coche, siempre
aparcado en sitios distintos, así que tardo en llegar al super y comprar
lo que me ha dicho mi mujer por teléfono. Llego tarde a casa porque la
cola de la caja es enorme y la cajera tarda eones en pasar los productos
¡parece que va a cámara lenta! y, más tarde, la estúpida de tercero me
aburre con sus cantinelas sobre mi tardanza, como presidente de
comunidad, en arreglar los temas de los vecinos. Me aseo y tardo en
llegar a la mesa a cenar, así que la sopa está casi fría y tardo en
darme cuenta que mi hijo me está contando su hazaña de meter un gol por
la escuadra, de no sé qué partido, mientras mi mujer tarda tanto con el
segundo plato que casi se me han quitado las ganas de cenar.
Tardo en acostarme, porque me siento en el servicio leyendo el periódico
y mis tripas tardan en hacer su trabajo. Llego tarde… mi mujer se ha
dormido y a ver quién es el guapo que la despierta para echar un polvo
rápido porque tengo que madrugar.
Tardo en coger el sueño
porque tardo poco en cagarme en la madre que parió al Conejo Blanco de
Alicia y su país de maravillas, y eso me desvela porque mañana seguro
que ¡llego tarde a una cita importante!
No hay comentarios:
Publicar un comentario