jueves, 3 de julio de 2014

Codo con codo

Sopla un fuerte viento, previo a la tormenta, y luchamos contra él, codo con codo, sujetando el gran toldo que vuela libre y amenaza con partir muy lejos, te miro y te veo dulce y serena, toco tu mano y ese simple roce me conecta aún más a ti, nos concentramos en la tarea y avanzamos otra cuarta, sujetamos y atamos… y te miro, me deleito con cada uno de tus movimientos y te disfruto, como se disfruta la esencia de un perfume, la calidez del sol primaveral o cualquier sensación tangible, grata e imborrable, eres tú y, a la vez, formas parte de mí.

Cuando acabamos, y nos reímos de lo pasado y por pasar, te vuelvo a mirar como si fuera la primera vez, embelesado, como quien ve un milagro ante sus ojos, acaricio tu mano y sonríes, con esa sonrisa tan tuya, tan admirable, tan angelical y, a la vez, traviesa, y el tiempo se detiene, como se detiene a cada instante que estoy contigo, atesorando en mi memoria cada sensación.

Cuando, ya de madrugada, me empieza a vencer el sueño, revivo esas sensaciones y en mi rostro se dibuja una sonrisa de felicidad, un día más a tu lado, un paso más en nuestro caminar…

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